viernes, 26 de febrero de 2010

Todos somos Avatar

Es interesante el artículo publicado hoy en el periódico La Razón de Bolivia.

Jaime Iturri Salmón*

Mire cómo ha cambiado el mundo. Hace 20 años, si uno decía que las tropas norteamericanas fuera de su país eran mercenarios, que a las compañías transnacionales lo único que les interesa es poder conseguir materias primas sin que les importe que para ello deban realizar genocidios; que estas mismas empresas destruían el medio ambiente y que los pueblos indígenas eran capaces de ofrecernos otras alternativas como mundo; si decías esas cosas te tildaban de comunista, trotskista, izquierdista y otros istas más.

Y ahora llega el director de cine canadiense James Cameron y nos regala una hermosa película, que además tiene el récord de espectadores, y nos cuenta de los avatares que viven en armonía con la naturaleza, que veneran a la diosa que da vida a todos los seres y que es una especie de Pachamama. Un film que innova en la belleza de sus escenas y fotografía, pero que además trabaja sobre el mensaje y nos muestra seres que tienen una cosmovisión diferente, que saben que el barro es vida y que los animales son hermanos y que matar es malo.

Y uno ve ese film con ojos de boliviano, es decir, con los ojos de alguien que es consciente de residir en un país de mayoría indígena y donde las culturas originarias son tan poderosas, que hasta los gringos ch’allan y donde los curas bendicen a los diablos.

Y nos damos cuenta que, finalmente, estamos más cerca de los avatares que de los humanos que buscan destruirlos. Es decir, nosotros somos esos seres de cola larga que intentamos armonía.

Con el tiempo, las generaciones venideras recordarán esta gran crisis que vive el planeta por el calentamiento global y leerán sobre cómo los abuelos de sus abuelos (es decir nosotros) tuvimos la fuerza suficiente para ser como los avatares, de luchar por nuestro planeta, de convivir con la naturaleza y de demostrar que otro desarrollo es posible. Uno que respete la naturaleza sin dejar de utilizar sus recursos.

Y esa crónica que leerán nuestros nietos incluirá las loas al gran mérito de nuestros niños que hoy se han convertido en nuestros maestros enseñándonos el valor del planeta verde y de ahorrar en agua. Crecimos creyendo que la televisión era pura alienación y ahora vemos cómo campañas ecologistas están dando sensacionales resultados. Y programas como Lacy Town están advirtiendo a nuestros niños sobre el efecto pernicioso de consumir demasiada azúcar y muy pocas frutas o vegetales.

Avatar es un producto de Hollywood, pero es infinitamente más subversiva que mucha de la propaganda que traían made in URSS. De los chinos ni hablar; con decirles que la película en cuestión fue prohibida en el país de la más famosa muralla. ¿Sabe que dijeron las autoridades chinas? Que el film era demasiado revolucionario. Los maoístas criticando algo demasiado revolucionario. “Cosas veredes Sancho” diría el caballero de la triste figura.

Pero, volviendo a casa, sería una gran cosa que el Gobierno alquilase las principales salas de cine y permita que todos los bolivianos puedan ver Avatar. Sobre todo los jóvenes. Así nadie diría que no la disfrutó por carecer de 45 bolivianos.

*Jaime Iturri Salmón
es periodista.

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