Felicité a un amigo uruguayo, Federico Rodríguez, mayor como yo, por la victoria de Mújica con este correo:
“La victoria de un mayor de 74 años en Uruguay nos da la razón a quienes deseamos que los mayores tengan protagonismo activo de futuro. Me alegro por Uruguay y por Latinoamérica porque los condenados por décadas imponen sus viejas razones.”
Me contestó con un artículo de Federico Fasano Mertens titiulado “Del Aljive al sillón” del que entresaco algunas reflexiones muy interesantes:
“La década progresista ya es realidad…el objetivo de Mújica será probar que el humanismo socialista sigue siendo el horizonte insuperable de nuestro tiempo.
“La alianza de los blancos, colorados, independientes, todos contra el Partido del cambio, no fue suficiente. El Partido Conservador del tradicionalismo es una idea cuyo tiempo ha pasado. Y fue nuevamente devuelto a su inmenso anacronismo. Los simulacros de democracia y la mentira como orden político de pensar y actuar han entrado en una crisis terminal.”
Mujica se dispone a ser el continuador de las políticas ejecutadas con eficiencia y mesura por Tabaré Vázquez. Mujica intentará llevar a la práctica la combinación formidable de la energía ética con la visión realista que lo caracteriza. Entre la ruptura anticapitalista para emancipar o la emancipación sin ruptura, el Frente Amplio eligió la segunda opción en esta etapa especial, alineándose con la mayoría de las fuerzas de izquierda del continente. En Uruguay aún no es mayoría la cultura anticapitalista y ese es un escollo insalvable para el rupturismo. Sin embargo, es posible seguir haciendo la siembra de un nuevo humanismo socialista.”
Ha sido larga la travesía de décadas por el desierto político de una generosa y un poco ingenua generación sesentista, tantas veces denostada, sembradora de semillas minoritarias, marginales, arrinconada y diezmada violentamente por su tenaz lucha de construcción pacífica de las ideas de la igualdad y la justicia. Hoy esa energía moral sesentista vuelve a florecer aggiornada fundiéndose en el crisol de las nuevas generaciones progresistas, asegurando el segundo período de la refundación de nuestro país.
Honor a esos héroes olvidados, a esa generación olvidada, condición necesaria, aunque no suficiente, de este nuevo golpe de timón de la historia uruguaya.
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