La Alianza de Civilizaciones se ha planteado como alternativa al enfrentamiento histórico entre la civilización cristiana e islámica, posteriormente al enfrentamiento entre judíos y árabes y más recientemente al enfrentamiento occidental contra el terrorismo islamista. Pero no podemos ignorar los enfrentamientos innegables (como pone en evidencia la aparición de los piratas somalíes) entre las civilizaciones excolonialistas y excolonizadas africanas.
Y tampoco podemos ignorar la manifestación de muchísimos movimientos indigenistas que son de gran significación y estáz detrás de hechos como el sucedido ahora en Perú. Recordemos el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional en México, líder mediático entre muchos otros movimientos que en países de fuerte composición indígena, como Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, desafían los sistemas estatales formados sin la participación de las comunidades indígenas y en muchos casos en contra de sus derechos culturales.
Estos otros movimientos importantes en América no han tenido la misma difusión mundial que el de los zapatistas. Pero los ha habido tan importantes como los levantamientos indígenas en Ecuador (1990,1993) la marcha por la Dignidad y el territorio en Bolivia (1991), país este último en el que el Presidente Evo Morales es indígena y en el que se acaba de aprobar una nueva constitución que reconoce la base social de las comunidades indígenas y que ha motivado que, a partir del 7 de abril de 2009, Bolivia pase a llamarse Estado Plurinacional de Bolivia. Con menor comunicación mediática se están dando movilizaciones y confrontaciones de las organizaciones indígenas de Guatemala, Nicaragua, Perú, Chile, Colombia y Brasil.
Después de quinientos años se sigue usando la palabra indio, cargada de desdén y menosprecio, para designar a los indígenas americanos, que constituyen los pueblos originarios. Pero también la palabra indígena conlleva una carga evidente de condescendencia caritativa, cuando no de menosprecio.
Las diferentes reivindicaciones de los indígenas americanos podrían encasillarse en unas pocas áreas bastante lógicas: el reconocimiento de su territorio, de su lengua y de su cultura, sus derechos ciudadanos del respectivo país y la protección de su medio ambiente.
Estas reivindicaciones suelen interpretarse por los políticos y por los ciudadanos no indígenas como un atentado contra la unidad del Estado. En el caso de Perú el Presidente García ha dicho que “una minoría indígena no puede amenazar los intereses de la mayoría de los peruanos”. Y menos pueden tolerar las mayorías que los pueblos indígenas exijan el respeto a sus derechos y den lecciones de política y de ética a los gobiernos a los empresarios y multinacionales, a los partidos políticos y a los demás ciudadanos en general, de cultura occidental y de minusvaloración de los pertenecientes a otras culturas.
Es necesaria la Alianza de civilizaciones entre la cultura judeocristiana de más de mil millones con la cultura islámica también superior a los mil millones de personas pero resulta hipócrita y presuntuoso que los conquistadores occidentales no hayamos acordado la Alianza de Civilizaciones con los pueblos conquistados de otras culturas.
Propongo el I Encuentro de la Alianza de Civilizaciones americanas que celebrarse en La Paz, en Bolivia, presidido por el primer presidente indígena americano, Evo Morales. Debieran representar simbólicamente esa Alianza de Civilizaciones Americanas los representantes de todos los países americanos y tener como invitados principales a Barak Obama y a José Luis Rodríguez Zapatero.
Juan Francisco Lerena Olarte
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