Entrevista a Marta Harncker (vieja conocida)
Pregunta
¿Qué piensas tú del marxismo cuando hoy estamos construyendo en América Latina experiencias que se alejan mucho de los planteamientos marxistas ortodoxos?
Marta
Para mí el marxismo nunca ha sido un dogma. Aprendí de Althusser que Marx sólo había puesto las piedras angulares de la nueva ciencia de la historia, que si la realidad cambiaba había que elaborar nuevos conceptos para dar cuenta de esas nuevas realidades. Yo no he encontrado una explicación más coherente del funcionamiento del capitalismo que aquella que da Marx.
Sin embargo, creo que no hemos sido capaces de elaborar una crítica del capitalismo de hoy —el capitalismo de la revolución de la información— y más aún al capitalismo llamado periférico, con la profundidad y la amplitud con que Marx hiciera la crítica del capitalismo de su época. Sabemos que la futura sociedad que queremos construir no va a surgir de nuestras cabezas y deseos, sino de la superación de las contradicciones de la actual sociedad y de la adecuada orientación que se de a sus potencialidades. Si nosotros no conocemos bien como funciona esta nueva etapa del capitalismo, no vamos a poder elaborar soluciones eficaces para superar sus problemas.
Pregunta
¿Es necesario hacer la recreación de El Capital ?
Marta
Más que recreación yo diría actualización. Como te decía, hay que crear nuevos conceptos para dar cuenta de las nuevas realidades. Pero no sólo falta este análisis crítico del capitalismo de hoy. Tampoco podemos ignorar lo que ocurrió al socialismo soviético. El hecho de que éste se viniera abajo en tan corto tiempo y que nadie en el mundo lo hubiera previsto, ni siquiera sus mayores enemigos, que hicieron todo por destruirlo, plantea a la izquierda un gran desafío. Creo que debemos estudiar a fondo estas experiencias y sacar de ellas las enseñanzas pertinentes para no cometer los mismos errores del pasado.
Si se analiza la crisis actual, se comprueba la vigencia de las reflexiones de Marx sobre el capitalismo. Los intelectuales han vuelto a interesarse en su pensamiento. No es Marx el que ha fallado, hemos sido los marxistas latinoamericanos los que, en muchos casos, hemos analizado nuestra realidad con esquemas prehechos, de ahí que en nuestros análisis sólo hablábamos de clase obrera y campesinado, desconociendo la importante presencia indígena en muchos de nuestros países. Yo estuve en Bolivia en la época del general Torres, en 1971, junto con Theonio Dos Santos y Rui Mauro Marini, nos reunimos con representantes de todos los grupos de izquierda de esa época en este país y en sus análisis sólo se habló de clase obrera. El factor indígena estuvo completamente ausente de la conversación. Tampoco tomábamos en cuenta el papel del cristianismo revolucionario. Esos son errores de los marxistas, no de Marx. No podemos atribuirle a Marx esa falta de análisis. La ciencia de la historia, estuvo mucho tiempo estancada porque se transformó en dogma, se la repetía como manual y no se la empleaba como instrumento de análisis.
Por supuesto que la clase obrera industrial de la época de Marx ya no existe hoy. En lugar de existir una gran clase obrera concentrada en barrios obreros, con conciencia de clase, tenemos hoy una clase obrera debilitada por las políticas neoliberales de flexibilización laboral, subcontratación, etcétera. La clase que según Marx iba a ser la sepulturera del sistema capitalista, hoy se encuentra fragmentada, divida, debilitada. Tenemos que repensar el concepto de trabajador hoy. La fuerza de trabajo explotada por el capital no está sólo en las grandes industrias y servicios sino en una gama de formas productivas y servicios que van desde las empresas subcontratistas pasando por la economía informal hasta el trabajo familiar. Todas estas formas entran de una u otra manera dentro de la red de explotación capitalista. Debemos pensar en un concepto de trabajador que las abarque a todas ellas. Debemos luchar por los derechos del trabajador que vayan más allá de su centro de trabajo.
Pregunta
¿Bolivia está en condiciones de dar un salto a una sociedad no capitalista?
Marta
Yo te diría que no se trata de dar un salto, se trata de ir avanzando en esa dirección. Creo que hay que recuperar las tradiciones y valores comunitarios, socialistas, que se están perdiendo. Cuando yo vengo (a Bolivia) hace dos años me dicen: “Nuestras comunidades tenían ciertos valores, pero la cultura capitalista está penetrándolas”, entonces de lo que se trata es de rescatar esos valores. Tampoco se puede rescatar todo, ese es el error de quienes piensan que tenemos que volver al pasado, no es la idea volver al pasado, sino rescatar los valores universales de la sociedad solidaria, humanista, preocupada por el desarrollo humano y el respeto a la naturaleza, y obviamente tomar de la modernidad el desarrollo de la civilización, de los elementos nuevos que liberan al hombre. Esas máquinas que el capitalismo usa para explotar, nosotros tendríamos que utilizarlas para liberar a la persona que trabaja, para impulsar un desarrollo que satisfaga las necesidades humanas.
Preguta
¿Qué papel juega la propiedad privada y la propiedad social en el socialismo del siglo XXI?
Mata
Como marxistas sabemos que la forma en que se distribuye el producto social depende de la forma en que se encuentran distribuidos los medios de producción (fábricas, minas, tierras, servicios) en cada país, es decir, de quien es propietario de estos medios. Por eso, si queremos redistribuir la riqueza social en forma más equitativa, es básico que al menos los medios de producción fundamentales no sean acaparados por unos pocos y utilizados para su propio beneficio, sino que sean de propiedad colectiva, de propiedad de todo el pueblo.
Pregunta
Tu hablas de propiedad colectiva, de propiedad de todo el pueblo, ¿eso es lo mismo que propiedad estatal?
Marta
El socialismo el siglo XX tendió a identificar con la propiedad colectiva la propiedad estatal, a pesar de que Lenin insistió en que no era lo mismo estatizar que socializar la propiedad. Por eso es tan importante distinguir entre la propiedad formal y la apropiación real. El Estado representa formalmente al colectivo, pero para que el colectivo se apropie realmente de los medios de producción se requiere mucho más que un simple acto jurídico de expropiación de los capitalistas y de paso a manos del estado de esos medios de producción. (1)
Lo que ocurrió en la Unión Soviética y en la mayoría de los países que siguieron su ejemplo, no fue una real apropiación del proceso productivo por parte de los trabajadores, sino una simple estatización de los medios de producción. Éstos dejaban de ser propiedad de unos pocos, para pasar a ser propiedad del Estado que supuestamente representaba a los trabajadores del campo y la ciudad. Sin embargo, el proceso productivo mismo sufrió muy pocas modificaciones: la gran fábrica capitalista se distinguía poco de la gran fábrica socialista, los trabajadores seguían siendo un tornillo más de la fábrica, tenían muy poca o nula participación en la toma decisiones en su centro trabajo. Ese capitalismo de Estado mantenía la organización jerárquica de la producción, el gerente tenía un poder “dictatorial” y las órdenes se transmitían de arriba hacia abajo. El papel de los trabajadores era cumplir con la meta establecida, es decir, los trabajadores servían como correas de transmisión de las directivas estatales. Ese capitalismo de Estado —que Lenin veía sólo como un primer paso para salir del atraso y una de las varias relaciones de producción existentes en el período de transición— llegó a transformarse en la meta del socialismo del siglo XX.
Preuna
Has hablado de que los trabajadores se apropien del proceso de producción, ¿podrías explicar más esta idea?
Marta
Apropiarse del proceso de producción es poder participar en la organización de la producción, en la toma de decisiones acerca del destino del producto, en la definición de la jornada laboral, etcétera. El trabajo, elemento central del nuevo modelo económico, en lugar de alienar a la persona que trabaja, debe permitirle combinar el pensar con el hacer para que al trabajar la persona vaya alcanzando su pleno desarrollo como ser humano y social. Los trabajadores y trabajadoras deben ser protagonistas en sus respectivos centros de trabajo.
El socialismo del siglo XXI no puede permitirse mantener intocables procesos laborales que alienan al trabajador o trabajadoras, no puede mantener la división entre trabajo manual y el trabajo intelectual. La persona que trabaja tiene que estar informada del proceso de producción en su conjunto, tiene que ser capaz de controlarlo, de poder opinar sobre los planes de producción. Hacia allí hay que caminar.
Pregunta
Pero, ¿están los trabajadores preparados para participar activamente en el manejo de la empresa?
Marta
No, no lo están, justamente porque al capitalismo nunca le ha interesado compartir con los trabajadores los conocimientos más técnicos acerca del manejo de la empresa, y aquí me refiero no sólo a los aspectos relacionados con la producción, sino también a los relacionados con la comercialización y el financiamiento de la empresa. Concentrar esos conocimientos en manos de la gerencia ha sido uno de los mecanismos que ha permitido al capital explotar a los trabajadores y trabajadoras. Por eso, uno de los primeros pasos que se debe dar para avanzar en el proceso de autogestión en las empresas, es permitir que los trabajadores y trabajadoras se apropien de esos conocimientos y para poder hacerlo, deben poder formarse. Debemos ir pensando en jornadas laborales que incluyan una o dos horas de preparación de los trabajadores para la gestión de las empresas. Si no se hace esto la autogestión de los trabajadores termina por ser una gestión del personal técnico que es quien realmente decide en esas empresas. Eso fue lo que ocurrió en la autogestión yugoslava.
Pregua
Y también ocurrió que hubo un desarrollo muy desigual de las empresas, ¿no?
Marta
Qué bueno que me preguntas esto, porque creo que el punto débil de la autogestión yugoslava estuvo en no entender que los excedentes de una empresa autogestionada no podían ser acaparados sólo por ese grupo específico de trabajadores, sino que tienen que ser compartidos con la comunidad local o nacional según sea el caso. El modelo económico que queremos construir debe estar orientado a satisfacer las necesidades humanas de los habitantes del país, no puede limitarse a producir en forma más participativa dentro de la empresa sin tener en cuenta al resto de la población. Eso fue lo que no se tuvo suficientemente en cuenta en Yugoslavia. Hubo intentos de cumplir con este objetivo mediante un sistema de impuestos, pero estas medidas fueron combatidas por los propios trabajadores imbuidos de espíritu individualista.
Pregunta
¿Se opone la propiedad social socialista a la propiedad individual como la oposición trata de convencer al pueblo?
Marta
En todos los países en que hemos querido transitar hacia una sociedad socialista, las fuerzas reaccionarias hacen un gran esfuerzo por asustar a la población para ponerla contra nuestros gobiernos difundiendo una cantidad de ideas falsas. Una de ellas es que a las personas se les quitarán todos sus bienes y estos pasarán al Estado. Eso ocurrió en Chile, en Venezuela, y está ocurriendo en Bolivia y en Ecuador. Aquí es importante distinguir entre propiedad de los medios de producción y propiedad de los medios de consumo. La propiedad social de los medios de producción (fábricas, empresas, yacimientos) no se contrapone a la existencia de propiedad individual de una serie de bienes que las personas poseen para vivir en forma más o menos confortable. A estos bienes se les llama bienes de consumo. Por el contrario, el socialismo, al entregar más recursos a la gente da más posibilidades a esas personas para que sean dueños de más bienes (televisor, refrigerador, artículos electrodomésticos que facilitan el trabajo en el hogar) y tengan acceso a más servicios (salud, educación).
Contrariamente a lo que dice la oposición, la propiedad social de los medios de producción estratégicos favorece a la propiedad privada. Nunca Marx pensó que había que quitarle a una familia estos bienes de uso personal. Por otra parte, el socialismo del siglo XXI no sólo respeta la propiedad privada de los bienes de consumo sino también la propiedad de pequeñas y medianas empresas y servicios siempre que contribuyan a generar empleo y que produzcan para satisfacer las necesidades de la gente.
Pregunta
¿El desafío de los gobiernos latinoamericanos es propiciar cada vez más la participación del pueblo en la conducción real del país?
Marta
Exacto, ese es uno de los criterios para saber si un gobierno está avanzando al horizonte socialista, hay otros criterios pero ese es el principal, porque el socialismo no se puede decretar desde arriba, no se puede construir sin protagonismo popular. Por eso el socialismo soviético se derrumbó, el pueblo no se sintió constructor de la nueva sociedad.
Pregunta
¿Podemos decir que estamos en periodo de transición al socialismo en América Latina?
Marta
Yo creo que nuestra transición es diversa a la transición que Marx pensó: el pensó que el socialismo iba a comenzar a construirse en los países más desarrollados desde el punto de vista capitalista. Pero la revolución socialista surgió en Rusia, uno de los países más atrasados de Europa y el gran desafío fue avanzar al socialismo a partir de esa realidad. Conquistando todo el poder del Estado, ese proceso logró salvar al pueblo ruso del hambre, le dio salud, educación. No hay que desconocer esos logros, porque mucha gente cuando critica al socialismo real se olvida de que esos esfuerzos socialistas permitieron que la gente saliera del atraso, que sus pueblos pudieran comer, educarse, etcétera. El gran problema entonces fue que esto se hizo desde el Estado: el Estado, paternalista, solucionaba los problemas de la gente y ésta era mera receptora de los beneficios, pero sin ninguna posibilidad de actuar, de sentirse parte de lo que se estaba construyendo.
En América Latina nosotros no empezamos conquistado el poder del Estado, comenzamos conquistando el gobierno, con grandes debilidades: Un aparato de Estado heredado que muchas veces bloquea las decisiones del gobierno, unas fuerzas armadas educadas para reprimir al movimiento popular y defender los intereses de las oligarquías, parlamentos y poderes locales mayoritariamente opositores. Pero esta situación ha ido cambiando. En el caso de Venezuela se hizo la constituyente, esto permitió cambiar la correlación de fuerzas en el parlamento, en los gobiernos locales y además Chávez cuenta con el ejército. La transición pacífica venezolana no tiene nada que ver con la transición pacífica de Allende, en ese caso fue transición pacífica no armada y en Venezuela es una transición pacífica armada. La situación en Bolivia hace un año y medio era catastrófica, era un gobierno que no controlaba al resto de los poderes del Estado, hoy día ha cambiado bastante la situación. La responsabilidad actual de nuestros gobiernos es enorme, porque ya no hay argumento para no poder avanzar: antes no se podía avanzar porque nos estaban bloqueando, ahora mucho depende de cómo el gobierno vaya implementando sus propuestas.
Pregunta
¿En tu último libro “América Latina y el socialismo del siglo XXI” pones especial acento en el tema de la descentralización ¿a qué se debe esto?
Marta
Lo que pasa es que si nosotros realmente queremos que exista protagonismo popular tenemos que crear espacios que permitan a la gente ser protagonista, es decir, no simplemente limitarse a levantar la mano para aprobar cosas, o participar en campañas del gobierno, sino ser capaz de tomar decisiones y de velar porque éstas se cumplan. Si se decide todo centralmente se está impidiendo que la gente ejerza un verdadero protagonismo.
Se ha hablado mucho contra la descentralización neoliberal, porque el proyecto neoliberal pretende debilitar el Estado, diluir las luchas que antes se concentraban en él en luchas locales con mucha menor influencia a nivel de país. Nuestra descentralización, en cambio, que yo denomino descentralización socialista para diferenciarla de la neoliberal, al promover la existencia de comunidades organizadas que toman democráticamente decisiones, que se sienten construyendo su historia, y que por ello se transforman en los pilares del edificio democrático, contribuye a fortalecer el Estado nacional en lugar de debilitarlo.
Por otra parte, estoy convencida que el burocratismo del que padecen nuestros estados no puede atribuirse sólo a una herencia del pasado, sino a que todavía no hemos sido capaces de descentralizar muchas de las funciones del Estado. Si todo depende de la firma del presidente, o del ministro correspondiente, si muy poco se puede decidir en las regiones, municipios, comunidades, es lógico que el proceso se burocratice, se vuelva mas lento, que las autoridades subordinadas no asuman responsabilidades, que se de el fenómeno del peloteo que tanto molesta a la gente.
Creo que deberíamos pensar en descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, para que el Estado central asuma eficientemente las tareas que le son propias, aquellas que no se pueden asumir desde abajo sin una articulación central como las de defensa nacional, la de planificación nacional y distribución del excedente de las grandes empresas estratégicas, la política internacional, etcétera. Por supuesto que esta descentralización que yo llamo socialista implica un pueblo organizado que controle, que revoque a los funcionarios que no cumplen, que ejerza realmente el poder desde abajo, apoyando a su gobierno, fortaleciendo su gestión.
lunes, 5 de julio de 2010
domingo, 9 de mayo de 2010
Esta Utopía llamada Uruguay
Por Federico Rodríguez
Cuando luego de algunos años de ausencia nos encontramos con esta utopía en construcción que es el Uruguay, uno no deja de asombrarse de la capacidad de auto regeneración de este pueblo al que una dictadura y varios gobiernos posteriores afiliados sin tapujos a la pura y dura concepción neoliberal, llevaron al país a una sistemática y concienzuda demolición de las bases, otrora más representativas, de una sociedad que era orgullosa de sus logros socio educacionales y que llegó a estar en los más altos niveles de las conquistas político sociales no sólo de Latinoamérica si no del mundo.
Mientras Europa se desangraba en dos guerras mundiales y la lucha por los logros sociales adquiría carácter revolucionario, este país ya estaba a la vanguardia de esas conquistas logradas sin enfrentamientos y a golpe de pura ley y democracia.
En la segunda década del siglo XX, cuándo aún en Europa los trabajadores no habían conquistado la ley de ocho horas, en Uruguay ya estaba en vigencia junto a otras leyes de carácter social impensables en la convulsionada Europa de aquellos años. Así, este país tenía ya ley de jubilación, derechos de asignaciones por hijos menores a los trabajadores, ley de divorcio, la separación de la iglesia del estado, la ley que permitía a las mujeres trabajadoras jubilarse anticipadamente por la llamada Ley Madre, la educación primaria, pública, laica, gratuita y obligatoria que se extendió luego como gratuita, en la década del 30, a la enseñanza universitaria.
Justamente estas dos guerras permitieron a este país agrícola ganadero lograr un considerable empuje económico que posibilitó un sistema de vida envidiable para aquellos tiempos. No en vano se consideraba a Uruguay como “la Suiza de América”.
Aquel auge económico dio sus frutos en un país pequeño, rico en materias primas alimenticias, con población de origen predominantemente europeo y con un nivel educativo y cultural que alcanzó una altura considerable. Sirva como ejemplo de esta prosperidad el hecho de que en la década de los 40 se construyó el hospital clínico universitario más grande y moderno de Latinoamérica con características y dimensiones de una verdadera ciudad sanitaria ya que consta de varios edificios para diferentes especialidades y el cuerpo central tiene 24 plantas ocupando un área de tres manzanas. Si consideramos que Uruguay es el país más pequeño de América del Sur y su población apenas rebasa los tres millones de habitantes queda en estas consideraciones marcado el carácter excepcional de esta sociedad en su contexto histórico geográfico. En definitiva, un lugar del mundo donde los ricos no eran demasiado ricos y los pobres no eran demasiado pobres.
Este es el Uruguay que conocimos y que a partir de la década de los 60 fue sistemáticamente expoliado desde adentro y desde afuera por políticos corruptos y políticas impuestas desde los grandes centros financieros mundiales. Uruguay no fue ajeno al oscuro emprendimiento de la Escuela Económica de Chicago que impuso a sangre y fuego en los años 70 del siglo anterior su nefasta pero lucrativa teoría ultraliberal en Latinoamérica con la complicidad del FMI y el Banco Mundial y el visto bueno del Departamento de Estado de EEUU y su tétrica Agencia Central de Inteligencia en la construcción de las feroces dictaduras que, de sur a norte del Cono Sur, posibilitaron ese engendro tristemente conocido como Operación Cóndor aniquilador y deliberadamente destructivo de los tejidos, económicos, sociales, culturales, políticos y fundamentalmente, aniquilando las bases sociales ligadas a las políticas estatales permitiendo así que las grandes empresas y consorcios extranjeros se adueñaran en un abrir y cerrar de ojos de las empresas nacionales básicas como refinerías, minería y monopolios estatales de la energía, comunicación, seguros, banca, (en algunos casos) sistema de jubilaciones y pensiones, comunicaciones, etc., etc.
Justamente en estos días se han dado a conocer documentos secretos desclasificados en EEUU que prueban por si mismos las estrechas vinculaciones del gobierno norteamericano de la época y de su secretario de estado Kissinger con el plan de la Operación Cóndor y sus crímenes.
Este mínimo repaso histórico se hace necesario para explicar y explicarse las razones y los porqués del modesto pero terco renacimiento de este pueblo que fue en casi cuatro décadas reducido, torturado, encarcelado y condenado, en la mayoría de los casos, a la pobreza y en una considerable proporción, a la casi indigencia, intentando además destruir todo su bagaje cultural y su tradición libertaria y democrática como parte de un plan ideado para toda Latinoamérica.
Surge en el Uruguay el Frente Amplio como respuesta y herramienta política del pueblo y es cuando la esperanza comienza a tomar forma. El Frente Amplio se constituye como una fuerza política unitaria de los sectores populares y en la que conviven desde el partido comunista, hasta los demócratas cristianos pasando por el movimiento Tupamaro que, equivocadamente o no, en su momento fue respuesta armada y revolucionaria ante la oligarquía ganadera y la posterior dictadura. Esta fuerza política fue ganando adeptos en ciudadanos independientes, así como provenientes de las propias fuerzas liberales enmarcadas en los partidos tradicionales Blanco y Colorado. Gana las elecciones nacionales por mayoría absoluta en el año 2004 y actualmente Uruguay tiene su segundo gobierno de izquierda. En estos primeros cinco años de cambio se han logrado muchas cosas importantes. Se ha recuperado al país de la quiebra económica, se ha puesto al día el pago de los intereses de la cuantiosa deuda contraída por los anteriores gobiernos neoliberales que lo precedieron y como primera consecuencia la política económica y monetaria, impuesta por años por el FMI, dejó de tener efecto librando al país de los dictados del Fondo que limitaban en gran medida el margen de maniobra económica y las prioridades que maneja el gobierno.
Claro que esto no quiere decir que el Uruguay maneje la economía fuera de las limitaciones que impone el sistema que rige el mundo actual y aunque haya logrado un pequeño margen de maniobra sigue atado a las reglas de juego que impone ese sistema. Simplemente el actual gobierno uruguayo se ha impuesto determinadas prioridades económicas y sociales que está llevando a cabo lentamente pero de forma segura en el campo de la educación, la sanidad, la reconstrucción del país productivo, y la creación de puestos de trabajo como consecuencia (baste una sola cifra comparativa en el rubro ocupación; cuando el Frente Amplio llegó al gobierno en el año 2005 la cifra de desocupación rondaba el 18% y en la actualidad la desocupación se ha bajado a un 6,5 % y esta cifra de desocupación se logró en el momento más álgido de la crisis financiera mundial lo que, de por sí, constituye un hito. La inversión extranjera ha llegado a niveles históricos en estos cinco años, se ha combatido el contrabando y el tráfico de drogas más efectivamente que nunca antes y por encima de todo, se ha casi eliminado la corrupción en los organismos del estado.
Y si bien se han triplicado los recursos para la educación, creando una infraestructura modélica en la metodología de la enseñanza primaria y secundaria a la que se informatizó totalmente por medio del llamado Plan Ceibal y que consiste en que cada niño tenga a su disposición una “laptop” conectada a un plan predeterminado de enseñanza pero al mismo tiempo con acceso a internet y además esa facilidad tecnológica sea utilizada por el niño en su propia casa, pudiendo hacer uso de las posibilidades que esta tecnología ofrece y dándole al estudiante la oportunidad de, independientemente su condición social, tener acceso a un mundo de infinitas posibilidades de conocimiento. Si se considera que este método llega a los rincones más apartados de la geografía nacional y que toda su infraestructura y funcionamiento corre a cargo del estado así como el propio coste de las computadoras que se han entregado ya a todos los niños que se integran en el sistema de la enseñanza pública del Uruguay, se puede deducir que el emprendimiento no tiene precedente y que en sí mismo constituye una verdadera revolución.
También se están logrando avances en la universalización de la salud pública con un plan nacional de salud cuyo objetivo es que nadie quede sin asistencia sanitaria de calidad. Para ese fin los primeros pasos consistieron en dar cobertura sanitaria a la población económicamente más vulnerable integrándoles en el Sistema Nacional de Salud que consiste en que el estado pague la cobertura sanitaria de quienes hasta ahora carecían de una protección sanitaria adecuada.
Pero no todo son rosas en la situación de este pequeño país. Las consecuencias de más de tres décadas de paulatino deterioro social y económico que llevó a la pauperización de su clase trabajadora, y al desmantelamiento de su amplia clase media, fueron nefastas puesto que el tejido social fue dañado profundamente y una parte importante de la población vio desaparecer una forma de vida digna al perder sus fuentes de trabajo, sus medios de vida habituales y en muchos casos sus casas. Fueron directamente empujados a soluciones muy precarias de subsistencia formando parte de los cinturones de extrema pobreza que crecieron como hongos alrededor de la ciudad de Montevideo y de otras localidades en todo el país. Como consecuencia, la degradación no se limitó a lo económico si no que tuvo una notable repercusión en las capas más desfavorecidas de la población en lo cultural y en el deterioro de la educación y las concepciones cívicas que habían formado parte de la idiosincrasia nacional.
Surgió un estamento social, en total desamparo por casi cuatro décadas, que tuvo que subsistir de los desechos y que en muchos casos pasó a formar un estamento carente de lo elemental para la vida en comunidad. De esta situación de emergencia tuvo que hacerse cargo el primer gobierno del Frente con un plan que buscó amparar en lo básico a toda esta franja de población olvidada por los anteriores gobiernos. Hay que decir que en lo fundamental cumplió con el cometido de dignificar y sacar de la indigencia a un porcentaje importante de esta población marginada.
Como consecuencia de este largo desamparo y el aumento de la población marginada se disparó la inseguridad y el consumo de drogas en sus formas más nocivas puesto que dado el bajo nivel adquisitivo y cultural de una parte importante de la población juvenil más golpeada económicamente accedió al consumo de la llamada “Pasta Base” (La PBC es la cocaína no tratada, extraída de las hojas de coca a través de un proceso de maceración y mezcla con solventes tales como parafina, bencina, éter, ácido sulfúrico, etc. El hecho que la PBC contenga el alcaloide más los solventes, que son sustancias tóxicas, la hace mucho más peligrosa para el organismo. Generalmente se la consume fumándola mezclada con tabaco o con marihuana que hace de los sujetos dependientes, apáticos y carentes de hábitos sociales) La desaparición del triste espectáculo de los niños pidiendo una moneda por la calle, que hasta no hace muchos años se había hecho habitual en el paisaje montevideano, ha sido sustituida, en menor medida, por jóvenes mal entrazados, apáticos y sin hábitos de trabajo, durmiendo en cualquier sitio.
Es común ver en Montevideo las casas rodeadas de enormes rejas y aún los edificios de apartamentos, que carecen de portero físico, tienen como distintivo las rejas.
Uno de los grandes problemas que tiene el gobierno para resolver es cómo reinsertar a esta porción poblacional, en su mayoría joven, cuya forma de vida ha quedado al margen de una sociedad que pugna por alcanzar niveles de vida dignos en todos los rubros.
El paso inmediato y prioritario del gobierno es en estos momentos la construcción de soluciones habitacionales para la población que carece de techo y fundamentalmente suministrar el adecuado complemento de servicios sociales y educación para poder reinsertarlos de una forma correcta a una sociedad un poco más justa. Este ambicioso plan, aparte del aporte social, requiere un sustento económico y financiero de gran calado porque su iniciación debe ser inmediata y su mantenimiento a largo plazo, dado que los cambios sustanciales no se pueden hacer de golpe ni se pueden sacar de la chistera como por arte de magia.
Porque hay que decir que en este lugar del mundo conviven malamente dos países bien diferenciados; uno minoritario y poseedor de una opulencia que en demasiados casos se hace obscena y que en bastante medida está constituido por los individuos que se beneficiaron de aquella situación excepcional y que supieron sacar dividendos de la situación a la que fue sometida la inmensa mayoría del pueblo uruguayo. Es el país de la fantasía y el despilfarro. Una minoría que intenta vivir ajena al drama que representa este intento de supervivencia y dignidad de este pueblo. Una minoría acostumbrada a no pagar por ningún costo social porque no lo necesitaron nunca y porque el estado los mantuvo en un limbo impositivo injusto que comenzó a cambiar por la nueva política impositiva del anterior gobierno de izquierda y que será continuada por el presente. Situación injusta que se intenta enmendar haciéndoles pagar más a los que más tienen para que las fronteras entre lo fastuoso y lo posible no sean tan infranqueables.
Aquí, en este campo, se dará esta batalla. Una tarea ardua pero hermosa como corresponde a las verdaderas utopías.
Cuando luego de algunos años de ausencia nos encontramos con esta utopía en construcción que es el Uruguay, uno no deja de asombrarse de la capacidad de auto regeneración de este pueblo al que una dictadura y varios gobiernos posteriores afiliados sin tapujos a la pura y dura concepción neoliberal, llevaron al país a una sistemática y concienzuda demolición de las bases, otrora más representativas, de una sociedad que era orgullosa de sus logros socio educacionales y que llegó a estar en los más altos niveles de las conquistas político sociales no sólo de Latinoamérica si no del mundo.
Mientras Europa se desangraba en dos guerras mundiales y la lucha por los logros sociales adquiría carácter revolucionario, este país ya estaba a la vanguardia de esas conquistas logradas sin enfrentamientos y a golpe de pura ley y democracia.
En la segunda década del siglo XX, cuándo aún en Europa los trabajadores no habían conquistado la ley de ocho horas, en Uruguay ya estaba en vigencia junto a otras leyes de carácter social impensables en la convulsionada Europa de aquellos años. Así, este país tenía ya ley de jubilación, derechos de asignaciones por hijos menores a los trabajadores, ley de divorcio, la separación de la iglesia del estado, la ley que permitía a las mujeres trabajadoras jubilarse anticipadamente por la llamada Ley Madre, la educación primaria, pública, laica, gratuita y obligatoria que se extendió luego como gratuita, en la década del 30, a la enseñanza universitaria.
Justamente estas dos guerras permitieron a este país agrícola ganadero lograr un considerable empuje económico que posibilitó un sistema de vida envidiable para aquellos tiempos. No en vano se consideraba a Uruguay como “la Suiza de América”.
Aquel auge económico dio sus frutos en un país pequeño, rico en materias primas alimenticias, con población de origen predominantemente europeo y con un nivel educativo y cultural que alcanzó una altura considerable. Sirva como ejemplo de esta prosperidad el hecho de que en la década de los 40 se construyó el hospital clínico universitario más grande y moderno de Latinoamérica con características y dimensiones de una verdadera ciudad sanitaria ya que consta de varios edificios para diferentes especialidades y el cuerpo central tiene 24 plantas ocupando un área de tres manzanas. Si consideramos que Uruguay es el país más pequeño de América del Sur y su población apenas rebasa los tres millones de habitantes queda en estas consideraciones marcado el carácter excepcional de esta sociedad en su contexto histórico geográfico. En definitiva, un lugar del mundo donde los ricos no eran demasiado ricos y los pobres no eran demasiado pobres.
Este es el Uruguay que conocimos y que a partir de la década de los 60 fue sistemáticamente expoliado desde adentro y desde afuera por políticos corruptos y políticas impuestas desde los grandes centros financieros mundiales. Uruguay no fue ajeno al oscuro emprendimiento de la Escuela Económica de Chicago que impuso a sangre y fuego en los años 70 del siglo anterior su nefasta pero lucrativa teoría ultraliberal en Latinoamérica con la complicidad del FMI y el Banco Mundial y el visto bueno del Departamento de Estado de EEUU y su tétrica Agencia Central de Inteligencia en la construcción de las feroces dictaduras que, de sur a norte del Cono Sur, posibilitaron ese engendro tristemente conocido como Operación Cóndor aniquilador y deliberadamente destructivo de los tejidos, económicos, sociales, culturales, políticos y fundamentalmente, aniquilando las bases sociales ligadas a las políticas estatales permitiendo así que las grandes empresas y consorcios extranjeros se adueñaran en un abrir y cerrar de ojos de las empresas nacionales básicas como refinerías, minería y monopolios estatales de la energía, comunicación, seguros, banca, (en algunos casos) sistema de jubilaciones y pensiones, comunicaciones, etc., etc.
Justamente en estos días se han dado a conocer documentos secretos desclasificados en EEUU que prueban por si mismos las estrechas vinculaciones del gobierno norteamericano de la época y de su secretario de estado Kissinger con el plan de la Operación Cóndor y sus crímenes.
Este mínimo repaso histórico se hace necesario para explicar y explicarse las razones y los porqués del modesto pero terco renacimiento de este pueblo que fue en casi cuatro décadas reducido, torturado, encarcelado y condenado, en la mayoría de los casos, a la pobreza y en una considerable proporción, a la casi indigencia, intentando además destruir todo su bagaje cultural y su tradición libertaria y democrática como parte de un plan ideado para toda Latinoamérica.
Surge en el Uruguay el Frente Amplio como respuesta y herramienta política del pueblo y es cuando la esperanza comienza a tomar forma. El Frente Amplio se constituye como una fuerza política unitaria de los sectores populares y en la que conviven desde el partido comunista, hasta los demócratas cristianos pasando por el movimiento Tupamaro que, equivocadamente o no, en su momento fue respuesta armada y revolucionaria ante la oligarquía ganadera y la posterior dictadura. Esta fuerza política fue ganando adeptos en ciudadanos independientes, así como provenientes de las propias fuerzas liberales enmarcadas en los partidos tradicionales Blanco y Colorado. Gana las elecciones nacionales por mayoría absoluta en el año 2004 y actualmente Uruguay tiene su segundo gobierno de izquierda. En estos primeros cinco años de cambio se han logrado muchas cosas importantes. Se ha recuperado al país de la quiebra económica, se ha puesto al día el pago de los intereses de la cuantiosa deuda contraída por los anteriores gobiernos neoliberales que lo precedieron y como primera consecuencia la política económica y monetaria, impuesta por años por el FMI, dejó de tener efecto librando al país de los dictados del Fondo que limitaban en gran medida el margen de maniobra económica y las prioridades que maneja el gobierno.
Claro que esto no quiere decir que el Uruguay maneje la economía fuera de las limitaciones que impone el sistema que rige el mundo actual y aunque haya logrado un pequeño margen de maniobra sigue atado a las reglas de juego que impone ese sistema. Simplemente el actual gobierno uruguayo se ha impuesto determinadas prioridades económicas y sociales que está llevando a cabo lentamente pero de forma segura en el campo de la educación, la sanidad, la reconstrucción del país productivo, y la creación de puestos de trabajo como consecuencia (baste una sola cifra comparativa en el rubro ocupación; cuando el Frente Amplio llegó al gobierno en el año 2005 la cifra de desocupación rondaba el 18% y en la actualidad la desocupación se ha bajado a un 6,5 % y esta cifra de desocupación se logró en el momento más álgido de la crisis financiera mundial lo que, de por sí, constituye un hito. La inversión extranjera ha llegado a niveles históricos en estos cinco años, se ha combatido el contrabando y el tráfico de drogas más efectivamente que nunca antes y por encima de todo, se ha casi eliminado la corrupción en los organismos del estado.
Y si bien se han triplicado los recursos para la educación, creando una infraestructura modélica en la metodología de la enseñanza primaria y secundaria a la que se informatizó totalmente por medio del llamado Plan Ceibal y que consiste en que cada niño tenga a su disposición una “laptop” conectada a un plan predeterminado de enseñanza pero al mismo tiempo con acceso a internet y además esa facilidad tecnológica sea utilizada por el niño en su propia casa, pudiendo hacer uso de las posibilidades que esta tecnología ofrece y dándole al estudiante la oportunidad de, independientemente su condición social, tener acceso a un mundo de infinitas posibilidades de conocimiento. Si se considera que este método llega a los rincones más apartados de la geografía nacional y que toda su infraestructura y funcionamiento corre a cargo del estado así como el propio coste de las computadoras que se han entregado ya a todos los niños que se integran en el sistema de la enseñanza pública del Uruguay, se puede deducir que el emprendimiento no tiene precedente y que en sí mismo constituye una verdadera revolución.
También se están logrando avances en la universalización de la salud pública con un plan nacional de salud cuyo objetivo es que nadie quede sin asistencia sanitaria de calidad. Para ese fin los primeros pasos consistieron en dar cobertura sanitaria a la población económicamente más vulnerable integrándoles en el Sistema Nacional de Salud que consiste en que el estado pague la cobertura sanitaria de quienes hasta ahora carecían de una protección sanitaria adecuada.
Pero no todo son rosas en la situación de este pequeño país. Las consecuencias de más de tres décadas de paulatino deterioro social y económico que llevó a la pauperización de su clase trabajadora, y al desmantelamiento de su amplia clase media, fueron nefastas puesto que el tejido social fue dañado profundamente y una parte importante de la población vio desaparecer una forma de vida digna al perder sus fuentes de trabajo, sus medios de vida habituales y en muchos casos sus casas. Fueron directamente empujados a soluciones muy precarias de subsistencia formando parte de los cinturones de extrema pobreza que crecieron como hongos alrededor de la ciudad de Montevideo y de otras localidades en todo el país. Como consecuencia, la degradación no se limitó a lo económico si no que tuvo una notable repercusión en las capas más desfavorecidas de la población en lo cultural y en el deterioro de la educación y las concepciones cívicas que habían formado parte de la idiosincrasia nacional.
Surgió un estamento social, en total desamparo por casi cuatro décadas, que tuvo que subsistir de los desechos y que en muchos casos pasó a formar un estamento carente de lo elemental para la vida en comunidad. De esta situación de emergencia tuvo que hacerse cargo el primer gobierno del Frente con un plan que buscó amparar en lo básico a toda esta franja de población olvidada por los anteriores gobiernos. Hay que decir que en lo fundamental cumplió con el cometido de dignificar y sacar de la indigencia a un porcentaje importante de esta población marginada.
Como consecuencia de este largo desamparo y el aumento de la población marginada se disparó la inseguridad y el consumo de drogas en sus formas más nocivas puesto que dado el bajo nivel adquisitivo y cultural de una parte importante de la población juvenil más golpeada económicamente accedió al consumo de la llamada “Pasta Base” (La PBC es la cocaína no tratada, extraída de las hojas de coca a través de un proceso de maceración y mezcla con solventes tales como parafina, bencina, éter, ácido sulfúrico, etc. El hecho que la PBC contenga el alcaloide más los solventes, que son sustancias tóxicas, la hace mucho más peligrosa para el organismo. Generalmente se la consume fumándola mezclada con tabaco o con marihuana que hace de los sujetos dependientes, apáticos y carentes de hábitos sociales) La desaparición del triste espectáculo de los niños pidiendo una moneda por la calle, que hasta no hace muchos años se había hecho habitual en el paisaje montevideano, ha sido sustituida, en menor medida, por jóvenes mal entrazados, apáticos y sin hábitos de trabajo, durmiendo en cualquier sitio.
Es común ver en Montevideo las casas rodeadas de enormes rejas y aún los edificios de apartamentos, que carecen de portero físico, tienen como distintivo las rejas.
Uno de los grandes problemas que tiene el gobierno para resolver es cómo reinsertar a esta porción poblacional, en su mayoría joven, cuya forma de vida ha quedado al margen de una sociedad que pugna por alcanzar niveles de vida dignos en todos los rubros.
El paso inmediato y prioritario del gobierno es en estos momentos la construcción de soluciones habitacionales para la población que carece de techo y fundamentalmente suministrar el adecuado complemento de servicios sociales y educación para poder reinsertarlos de una forma correcta a una sociedad un poco más justa. Este ambicioso plan, aparte del aporte social, requiere un sustento económico y financiero de gran calado porque su iniciación debe ser inmediata y su mantenimiento a largo plazo, dado que los cambios sustanciales no se pueden hacer de golpe ni se pueden sacar de la chistera como por arte de magia.
Porque hay que decir que en este lugar del mundo conviven malamente dos países bien diferenciados; uno minoritario y poseedor de una opulencia que en demasiados casos se hace obscena y que en bastante medida está constituido por los individuos que se beneficiaron de aquella situación excepcional y que supieron sacar dividendos de la situación a la que fue sometida la inmensa mayoría del pueblo uruguayo. Es el país de la fantasía y el despilfarro. Una minoría que intenta vivir ajena al drama que representa este intento de supervivencia y dignidad de este pueblo. Una minoría acostumbrada a no pagar por ningún costo social porque no lo necesitaron nunca y porque el estado los mantuvo en un limbo impositivo injusto que comenzó a cambiar por la nueva política impositiva del anterior gobierno de izquierda y que será continuada por el presente. Situación injusta que se intenta enmendar haciéndoles pagar más a los que más tienen para que las fronteras entre lo fastuoso y lo posible no sean tan infranqueables.
Aquí, en este campo, se dará esta batalla. Una tarea ardua pero hermosa como corresponde a las verdaderas utopías.
martes, 20 de abril de 2010
Mensaje a la Cumbre de la Madre Tierra
Eduardo Galeano
“Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad” Lamentablemente, no podré estar con ustedes. Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar. Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.
Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.
Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.
Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.
Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.
Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.
Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.
Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.
Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.
Hay voces del pasado que hablan al futuro.
Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.
El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.
Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.
Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.
Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.
Vuelan abrazos, desde Montevideo.
“Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad” Lamentablemente, no podré estar con ustedes. Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar. Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.
Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.
Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.
Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.
Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.
Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.
Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.
Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.
Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.
Hay voces del pasado que hablan al futuro.
Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.
El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.
Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.
Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.
Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.
Vuelan abrazos, desde Montevideo.
domingo, 18 de abril de 2010
Chile-Haiti: Tan Lejos, Tan Cerca
www.latinoamérica.org
Haití es considerado el país más pobre de América. Chile, ejemplo neoliberal, acaba de ser admitido en el exclusivo club la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que solo integran 31 países.A ojos de los poderosos, lo que separa ambas naciones constituye un vivo ejemplo de lo que, en un mundo capitalista, implica caminar hacia el desarrollo.Sin embargo, en pocos meses la ilusión construida por la maquinaria ideológica del mercado, no pudo contener el desborde de lo que parece ahora como evidente.Es decir, por un lado Chile, el país que demuestra que el neoliberalismo, bien aplicado, permite el éxito económico y, por el otro, Haití, condenado a la pobreza por su incapacidad histórica de insertarse exitosamente en el mundo economicamente globalizado.Dos terremotos permiten hoy poner en discusión lo que hasta hace poco parecía una verdad incuestionable.Las imágenes de terror y muerte llenaron de titulares, durante estos últimos meses, a los siempre ávidos canales de televisión. Se habló de miles de muertos, de destrucciones a escala bíblica y, hasta directamente, se culpó a la naturaleza por ensañarse con ambos países.Pero lo que puede resultar para algunos sorprendente es que, más allá de las evidentes diferencias en la cantidad de muertes y en los niveles de destrucción, las élites de ambos países, actuaron de una forma bastante similar.Vamos viendoEn primer lugar, en ambos casos la respuesta frente a la catástrofe fue a todas luces tardía e ineficiente. Por la magnitud del fenómeno no cabía sino la respuesta desde el Estado en su conjunto. Pero es aquí en donde comienzan los problemas.En el caso de Haití, el supuesto rescate del país por la vía de la ocupación militar, el año 2004 por parte de los EE.UU, y su posterior entrega a la tutela militar de la ONU, tenía como excusa la urgente necesidad de reconstruir un Estado haitiano capaz de tomar la conducción del país. Después de 6 años de ocupación ha quedado demostrado de que todo no eran más que “excusas”. Nada hay de ese supuesto Nuevo Estado.Pero el caso de Chile puede ser visto como más patético. Al contrario de Haití, Chile es mostrado, y se ve a si mismo, como una país eficiente y ordenado. Incluso, por su historial de terremotos se suponía preparado para reaccionar de manera rápida a un fenómeno de este tipo. El impacto de la ineficiencia de todo el Estado frente a catástrofe, para los chilenos ha sido brutal. Ni a nivel municipal, ni el gobierno, ni la justicia, ni siquiera la supuestamente “infalibles” FF.AA, reaccionaron de manera adecuada.Los errores cometidos (como el levantamiento de la alerta de tsunami antes de tiempo) se cobraron decenas de vidas, y los derrumbes demostraron que el supuesto control de las construcctoras para que se respetaran las normativas anti sismicas, no era más que un chiste trágico.El segundo paralelismo que podemos establecer es que como una forma de tapar la ineficiencia de la respuesta estatal, y frente a la evidente desesperación de los millones de ciudadanos que recorrían las calles oscuras de ambos países buscando agua, comida, a alguien que les ayudara a sacar a sus familiares enterrados bajo los escombros o solo información, pues frente a toda esas masas de seres humanos simplemente angustiados hasta el extremo, la respuesta de la autoridad civil fue recurrir a la bota militar.En Haití, las fuerzas de ocupación recibieron rápidamente ayuda de los siempre dispuestos “marines” norteamericanos para poner orden entre los millones de famélicos. Con militares se restituyó supuestamente la democracia, y con más militares se pretende ahora reconstruir el país. No importa el tipo de problema (si su raíz es política o una catástrofe natural), desde el punto de vista de los que toman las decisiones, la solución para Haití siempre pasa por instalar más militares extranjeros en tierra haitiana.La similitud entre ambos casos, en este punto, es evidente. A solo 3 días del terremoto, la segunda ciudad de Chile, Concepción, una extensa zona en la que viven más de 3 millones de personas, fue literalmente ocupada por 15 mil militares.20 años de transición hacia la democracia construidos sobre el discurso de la importancia de que lo civil se impusiese por sobre lo militar, fueron borrados en pocas horas. El Chile democrático aceptó sin chistar que se castigará a los “culpables” de los saqueos con normas propias de los tiempos de guerra. .El uso del "toque de queda", es decir sin libre circulación de las personas por las calles, y con la movilización de militares para controlar a la ciudadanía está establecido en la Constitución chilena (elaborada y aprobada en los tiempo de Pinochet), como un elemento de último recurso. Y si bien en un principio se cuestionó su tardía utilización, durante los 3 primero días del terremoto, su posterior aplicación ha sido del todo desproporcionada.Legitimados por la necesidad de mantener el orden como valor supremo, la figura del "toque de queda" en los últimos dos meses ya ha sido usada tres oportunidades veces. Primero el 1 de marzo, (y durante 24 días) para evitar saqueos en la provincia de Concepción. Luego el 11 de marzo, en Rancagua, el propio Piñera, a raiz de un nuevo terremoto, amenazó con usar esta figura por el temor al descontrol ciudadano. Y finalmente, el ejecutivo, ya ni siquiera usando la excusa del terremoto, aplicó otra vez en Concepción el "toque de queda" , (por un día), el 29 de marzo frente a los posibles desordenes callejeros en el marco del "Dia del Joven Combatiente". Un día en donde los grupos de la izquierda radical conmemoran el asesinato de varios jóvenes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, en manos de la policia durante la dictadura.Pero si seguimos analizando, las similitudes no acaban aquí. La catástrofe natural implicó que el mundo, informado muchas veces con grandes dosis de sensacionalismo por los grandes medios de comunicación, se apresurará en querer solidarizarse con los golpeados por la naturaleza indómita.En el caso haitiano, poco se escuchó al presidente, a los ministros y embajadores que clamaban porque la ayuda humanitaria se canalizará por la vías formales. La imagen del palacio de gobierno por los suelos fue suficientemente elocuente para respaldar el hecho de que, de forma casi instantánea, aparecieran miles de ONG que se ofrecieron a canalizar la generosidad de los millones de telespectadores sensibilizados. Sin tapujos, el discurso oficial de los medios de comunicación fue “mejor entregarle el dinero a ellos , las ONG's que a un gobierno corrupto”.Y aunque en Chile, el peso de las Ong en los últimos años es sensiblemente inferior al de Haití, sorprendió de sobremanera ver que el propio gobierno, sea quien , a través de sus embajadas y consulados en el mundo, instruyera a que las ayudas se canalizaran a través de la Cruz Roja, Caritas, World Vision, y una serie de otras instituciones paraestatales.El gobierno neoliberal de Piñera parece estar usando oportunistamente, la ayuda internacional que llega al país desde distintas fuentes internacionales, en función de implementar una privatización sistemática de la ayuda social. Y en esta dinámica cobra un rol central la iglesia católica, la cual ya, a través de sus distintas fundaciones y empresas , se ha hecho con parte importante del dinero recaudado. Como muestra un solo ejemplo, la Fundación Hogar de Cristo, maneja directamente por la iglesia, es la principal beneficiaria de los casi 100 millones de dólares que se reunieron en la campaña organizada por otra Fundación privada, la Teleton, a través de un gran show televisivo. Por último, y para nada menos importante, frente a la tragedia emerge la necesidad de encarar con rapidez la reconstrucción.Para Haití, golpeado por decenios de inestabilidad provocada por conflictos internos e intereses extranjeros, el terremoto constituye otra pesada piedra en su mochila. Su infraestructura pública y privada quedó en ruinas. El daño a las viviendas fue casi total. Las cifras no oficiales (porque en este momento en Haití no hay nada oficial) hablan de millones de personas desplazándose hacia los campos en busca de alimentos.Frente a esta situación, sorprendentemente, ahora si reaparece el gobierno. Aparece para poner la firma en una serie de prestamos y créditos para la reconstrucción, de la cual se harán generosamente cargo, sin duda, empresas trasnacionales que recibirán con agrado los recursos que el pueblo haitiano deberá pagara con años de impuestos.Y tampoco en este punto, el exitoso Chile, ejemplo del neoliberalismo moderno, se queda atrás. Con su aparato productivo casi intacto después del terremoto, el país resulta una excelente oportunidad de negocios para la banca mundial. Piñera, el recién estrenado presidente–empresario, se apresuró a los pocos días en pedir 30 mil millones de dólares para la reconstrucción. La respuesta fue rápida, desde el FMI y desde multitud de inversores se asegura disponer de las cifras necesarias para financiar la reconstrucción. Nuevamente, poco importa, que el país vuelva al nefasto camino de la Deuda Externa.A Chile y a Haití los separan miles de dólares en el PIB per capita, y también, varios puntos en el Indice de Desarrollo Humano del PNUD. Pero la realidad es más fuerte y une a ambos países, pasando por encima de las siempre tan sobre valoradas diferencias económicas e históricas.
Haití es considerado el país más pobre de América. Chile, ejemplo neoliberal, acaba de ser admitido en el exclusivo club la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que solo integran 31 países.A ojos de los poderosos, lo que separa ambas naciones constituye un vivo ejemplo de lo que, en un mundo capitalista, implica caminar hacia el desarrollo.Sin embargo, en pocos meses la ilusión construida por la maquinaria ideológica del mercado, no pudo contener el desborde de lo que parece ahora como evidente.Es decir, por un lado Chile, el país que demuestra que el neoliberalismo, bien aplicado, permite el éxito económico y, por el otro, Haití, condenado a la pobreza por su incapacidad histórica de insertarse exitosamente en el mundo economicamente globalizado.Dos terremotos permiten hoy poner en discusión lo que hasta hace poco parecía una verdad incuestionable.Las imágenes de terror y muerte llenaron de titulares, durante estos últimos meses, a los siempre ávidos canales de televisión. Se habló de miles de muertos, de destrucciones a escala bíblica y, hasta directamente, se culpó a la naturaleza por ensañarse con ambos países.Pero lo que puede resultar para algunos sorprendente es que, más allá de las evidentes diferencias en la cantidad de muertes y en los niveles de destrucción, las élites de ambos países, actuaron de una forma bastante similar.Vamos viendoEn primer lugar, en ambos casos la respuesta frente a la catástrofe fue a todas luces tardía e ineficiente. Por la magnitud del fenómeno no cabía sino la respuesta desde el Estado en su conjunto. Pero es aquí en donde comienzan los problemas.En el caso de Haití, el supuesto rescate del país por la vía de la ocupación militar, el año 2004 por parte de los EE.UU, y su posterior entrega a la tutela militar de la ONU, tenía como excusa la urgente necesidad de reconstruir un Estado haitiano capaz de tomar la conducción del país. Después de 6 años de ocupación ha quedado demostrado de que todo no eran más que “excusas”. Nada hay de ese supuesto Nuevo Estado.Pero el caso de Chile puede ser visto como más patético. Al contrario de Haití, Chile es mostrado, y se ve a si mismo, como una país eficiente y ordenado. Incluso, por su historial de terremotos se suponía preparado para reaccionar de manera rápida a un fenómeno de este tipo. El impacto de la ineficiencia de todo el Estado frente a catástrofe, para los chilenos ha sido brutal. Ni a nivel municipal, ni el gobierno, ni la justicia, ni siquiera la supuestamente “infalibles” FF.AA, reaccionaron de manera adecuada.Los errores cometidos (como el levantamiento de la alerta de tsunami antes de tiempo) se cobraron decenas de vidas, y los derrumbes demostraron que el supuesto control de las construcctoras para que se respetaran las normativas anti sismicas, no era más que un chiste trágico.El segundo paralelismo que podemos establecer es que como una forma de tapar la ineficiencia de la respuesta estatal, y frente a la evidente desesperación de los millones de ciudadanos que recorrían las calles oscuras de ambos países buscando agua, comida, a alguien que les ayudara a sacar a sus familiares enterrados bajo los escombros o solo información, pues frente a toda esas masas de seres humanos simplemente angustiados hasta el extremo, la respuesta de la autoridad civil fue recurrir a la bota militar.En Haití, las fuerzas de ocupación recibieron rápidamente ayuda de los siempre dispuestos “marines” norteamericanos para poner orden entre los millones de famélicos. Con militares se restituyó supuestamente la democracia, y con más militares se pretende ahora reconstruir el país. No importa el tipo de problema (si su raíz es política o una catástrofe natural), desde el punto de vista de los que toman las decisiones, la solución para Haití siempre pasa por instalar más militares extranjeros en tierra haitiana.La similitud entre ambos casos, en este punto, es evidente. A solo 3 días del terremoto, la segunda ciudad de Chile, Concepción, una extensa zona en la que viven más de 3 millones de personas, fue literalmente ocupada por 15 mil militares.20 años de transición hacia la democracia construidos sobre el discurso de la importancia de que lo civil se impusiese por sobre lo militar, fueron borrados en pocas horas. El Chile democrático aceptó sin chistar que se castigará a los “culpables” de los saqueos con normas propias de los tiempos de guerra. .El uso del "toque de queda", es decir sin libre circulación de las personas por las calles, y con la movilización de militares para controlar a la ciudadanía está establecido en la Constitución chilena (elaborada y aprobada en los tiempo de Pinochet), como un elemento de último recurso. Y si bien en un principio se cuestionó su tardía utilización, durante los 3 primero días del terremoto, su posterior aplicación ha sido del todo desproporcionada.Legitimados por la necesidad de mantener el orden como valor supremo, la figura del "toque de queda" en los últimos dos meses ya ha sido usada tres oportunidades veces. Primero el 1 de marzo, (y durante 24 días) para evitar saqueos en la provincia de Concepción. Luego el 11 de marzo, en Rancagua, el propio Piñera, a raiz de un nuevo terremoto, amenazó con usar esta figura por el temor al descontrol ciudadano. Y finalmente, el ejecutivo, ya ni siquiera usando la excusa del terremoto, aplicó otra vez en Concepción el "toque de queda" , (por un día), el 29 de marzo frente a los posibles desordenes callejeros en el marco del "Dia del Joven Combatiente". Un día en donde los grupos de la izquierda radical conmemoran el asesinato de varios jóvenes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, en manos de la policia durante la dictadura.Pero si seguimos analizando, las similitudes no acaban aquí. La catástrofe natural implicó que el mundo, informado muchas veces con grandes dosis de sensacionalismo por los grandes medios de comunicación, se apresurará en querer solidarizarse con los golpeados por la naturaleza indómita.En el caso haitiano, poco se escuchó al presidente, a los ministros y embajadores que clamaban porque la ayuda humanitaria se canalizará por la vías formales. La imagen del palacio de gobierno por los suelos fue suficientemente elocuente para respaldar el hecho de que, de forma casi instantánea, aparecieran miles de ONG que se ofrecieron a canalizar la generosidad de los millones de telespectadores sensibilizados. Sin tapujos, el discurso oficial de los medios de comunicación fue “mejor entregarle el dinero a ellos , las ONG's que a un gobierno corrupto”.Y aunque en Chile, el peso de las Ong en los últimos años es sensiblemente inferior al de Haití, sorprendió de sobremanera ver que el propio gobierno, sea quien , a través de sus embajadas y consulados en el mundo, instruyera a que las ayudas se canalizaran a través de la Cruz Roja, Caritas, World Vision, y una serie de otras instituciones paraestatales.El gobierno neoliberal de Piñera parece estar usando oportunistamente, la ayuda internacional que llega al país desde distintas fuentes internacionales, en función de implementar una privatización sistemática de la ayuda social. Y en esta dinámica cobra un rol central la iglesia católica, la cual ya, a través de sus distintas fundaciones y empresas , se ha hecho con parte importante del dinero recaudado. Como muestra un solo ejemplo, la Fundación Hogar de Cristo, maneja directamente por la iglesia, es la principal beneficiaria de los casi 100 millones de dólares que se reunieron en la campaña organizada por otra Fundación privada, la Teleton, a través de un gran show televisivo. Por último, y para nada menos importante, frente a la tragedia emerge la necesidad de encarar con rapidez la reconstrucción.Para Haití, golpeado por decenios de inestabilidad provocada por conflictos internos e intereses extranjeros, el terremoto constituye otra pesada piedra en su mochila. Su infraestructura pública y privada quedó en ruinas. El daño a las viviendas fue casi total. Las cifras no oficiales (porque en este momento en Haití no hay nada oficial) hablan de millones de personas desplazándose hacia los campos en busca de alimentos.Frente a esta situación, sorprendentemente, ahora si reaparece el gobierno. Aparece para poner la firma en una serie de prestamos y créditos para la reconstrucción, de la cual se harán generosamente cargo, sin duda, empresas trasnacionales que recibirán con agrado los recursos que el pueblo haitiano deberá pagara con años de impuestos.Y tampoco en este punto, el exitoso Chile, ejemplo del neoliberalismo moderno, se queda atrás. Con su aparato productivo casi intacto después del terremoto, el país resulta una excelente oportunidad de negocios para la banca mundial. Piñera, el recién estrenado presidente–empresario, se apresuró a los pocos días en pedir 30 mil millones de dólares para la reconstrucción. La respuesta fue rápida, desde el FMI y desde multitud de inversores se asegura disponer de las cifras necesarias para financiar la reconstrucción. Nuevamente, poco importa, que el país vuelva al nefasto camino de la Deuda Externa.A Chile y a Haití los separan miles de dólares en el PIB per capita, y también, varios puntos en el Indice de Desarrollo Humano del PNUD. Pero la realidad es más fuerte y une a ambos países, pasando por encima de las siempre tan sobre valoradas diferencias económicas e históricas.
jueves, 25 de marzo de 2010
ENTREVISTA A COLOMBIA
Me acaba de llegar FP (abril-mayo) con esta original e interesante entrevista a Colombia escrita por
Daniel Samper
FP edición Española: ¿Cuáles son los temas que más le preocupan hoy?
Los que me preocupan hoy: las elecciones de corporaciones y presidenciales, que se celebrarán en el primer semestre del año. Aquellas, porque las listas de candidatos vuelven a mostrar la influencia de paramilitares y dineros oscuros; y las de presidente, porque hay muchas incógnitas después de los ocho años de Álvaro Uribe. Los que me preocupan siempre: la desigualdad social, la violencia, los desplazados del campo, la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, las que ahora llamamos con inofensiva pulcritud “bacrim”, palabra que pretende ocultar a tenebrosas bandas criminales.
FP: ¿No está harta de que todo el mundo le hable de violencia? ¿Cree que esa etapa ya ha pasado?
Desde que nací como república independiente, hace exactamente dos siglos, he vivido en medio de la violencia. A los pocos años del grito de independencia ya surgió la primera guerra, entre centralistas y federalistas. Y no hemos parado: luego fueron radicales contra godos, conservadores contra liberales, bandoleros contra autoridades, guerrilleros contra el Estado, narcotraficantes contra sociedad, paramilitares contra guerrilleros contra campesinos, hampones contra ciudadanía... El asunto no es que me hablen de la violencia, que es una grave enfermedad crónica de la que he sufrido siempre y que resulta imposible ocultar, sino que sólo me hablen de ella. ¿Nadie se ha puesto a pensar cómo hacen los colombianos para sobrevivir a todos estos problemas, aumentar su economía, divertirse y figurar en el cuadro de los pueblos más felices del mundo?
FP: ¿Y cómo lo hace?
Yo creo que una de las características de los colombianos es la de no resignarse, buscarse la vida incluso en las más adversas circunstancias y conservar el sentido del humor. Además, en nuestra cultura está fuertemente inscrita la alegría, con toda seguridad gracias a la bendición histórica de una importante inmigración africana. Por pobre y oprimido que esté, el colombiano siempre tiene un lugarcito para divertirse con los amigos, sacar a bailar a la vecina o improvisar un partidito de fútbol en la calle.
FP: ¿Cómo es su relación con Estados Unidos?
A diferencia de México, de España y de otros países, nunca he sido enemiga hormonal de Estados Unidos, y eso que padecí el atropello del presidente gringo Theodore Roosevelt, un matón que me amputó el istmo de Panamá en 1903. En este momento la situación es curiosa, porque fui muy cercana al presidente George W. Bush, e incluso me convertí en el único país suramericano que apoyó la guerra ilegal en Irak, pero, al tomar el poder los demócratas, tanta amistad se volvió sospechosa, y he tenido que dar nuevas pruebas de amor a Obama. Por ejemplo: permitir la presencia en territorio nacional de algo muy parecido a bases militares estadounidenses. Esta permisividad me ha traído graves enfrentamientos con mis vecinos. Pero ni aun así la Casa Blanca oye mis serenatas, y se niega a aprobar el Tratado de Libre Comercio que vengo mendigando desde hace años.
FP: ¿Qué opina de Europa?
Europa estaba muy lejos de mí, pero se ha acercado gracias a la presencia de unos 2,5 millones de inmigrantes del país que andan regados por esas frías latitudes. Sin embargo, los colombianos, como muchos otros, están regresando. La crisis económica empieza por echar a patadas a los débiles que ayudaron a construir una economía fuerte. Han descendido las remesas de los colombianos en el extranjero y, entre estos, están también los profesionales cualificados, esos que denominamos “cerebros fugados”.
FP: ¿Cuál es su relación con España?
Pocos países tan hispanófilos como yo. Con decirle que el himno de Manizales, una de mis principales ciudades, es un pasodoble... Pero puedo mostrar otras pruebas de cariño por España: cuido el castellano mucho más que los propios españoles; he sido cuna de famosos gramáticos y de uno de los más célebres toreros de la historia; el corazón de casi todos los poetas colombianos ha mirado hacia España; nunca olvidamos que Cervantes quiso venir a trabajar en Cartagena de Indias, y acogí con entusiasmo a muchos españoles que tuvieron que emigrar durante la Guerra Civil. Sin embargo...
FP: ¿Sin embargo, qué?
Sin embargo, hoy en día las autoridades españolas les piden a los colombianos una lista insultante de requisitos, papeles, avales, garantías y certificados sólo por ir unos pocos días a comer tortilla, beber vino a precio accesible, visitar Toledo y Sevilla y cantar por las noches en Las Cuevas de Luis Candelas, que es lo que hacen todos los turistas colombianos en España. Ocurre que, según dicen, hay cerca de medio millón de inmigrantes colombianos en ese país. No es difícil imaginar que en un número tan copioso de personas florece de todo: buenos y malos, bonitos y feos, trabajadores y vagos. Desgraciadamente, en la prensa sólo aparecen los delincuentes, que por lo general están relacionados con la droga y el sicariato. Por fortuna tenemos algunas figuras que nos revindican en España, como Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Shakira y César Rincón. Y, por supuesto, las telenovelas: gracias a Yo soy Betty la fea, Pedro el Escamoso y Café con aroma de mujer, muchos españoles me miran con simpatía y hasta me hablan en el lenguaje que atribuyen a los colombianos: “Chévere”, “qui’hubo”, “mamacita”...
FP: ¿Qué opina de su clase política?
Lamentable, como casi todas las clases políticas. Por supuesto que hay muchos políticos limpios y preparados, pero los dineros calientes del narcotráfico y las balas calientes de los paramilitares han hecho estragos, sobre todo en la política provincial. En estos momentos hay más de sesenta parlamentarios procesados por vínculos con grupos paramilitares que atemorizaban a sus rivales políticos o impedían votar a los opositores de sus candidatos. Por otra parte, la violencia insensata de la guerrilla ha ayudado a precipitar las amenazas y los crímenes contra los que piensan distinto. La primera reelección de Uribe, que no estaba contemplada en mi Constitución y obligó a cambiar las reglas de juego sobre la marcha, trajo como consecuencia un apogeo de la corrupción política, donde se cambiaban votos por puestos o favores. La segunda acaba de frustrarse por decisión de la Corte Constitucional.
FP: ¿Cuál es la herencia que deja Uribe?
En materia de seguridad fue muy positiva, sobre todo en un principio. Los lamentables acuerdos entre Andrés Pastrana y las FARC permitieron a este grupo guerrillero crecer de forma desmesurada y apoderarse de amplios territorios en el mapa. El candidato Uribe surgió de la nada en 2002 y, a fuerza de criticar a la guerrilla –que concita el odio general de los colombianos–, arrasó en las elecciones. Durante su largo gobierno se fortalecieron el Ejército y la policía, y el Estado volvió a ejercer el control militar de vastas zonas antes perdidas. Pero es imposible pensar en una paz basada en el exterminio de los rebeldes y, de hecho, es imposible el exterminio de los grupos violentos, como pretendía Uribe. De modo que las FARC han cumplido más de cincuenta años de existencia, y en los últimos tiempos los planes de seguridad de Uribe se torcieron hasta alcanzar el vicioso extremo denominado “falsos positivos”, por el cual algunos grupos militares fusilaron a un total de 1.800 ciudadanos inocentes, los vistieron de guerrilleros y reclamaron la hazaña como victorias en combate. Un horror.
FP: ¿Sigue siendo Colombia en su cotidianeidad el país del realismo mágico?
A veces no sólo mágico, sino milagroso. El mayor milagro colombiano es invisible, y consiste en el trabajo silencioso y laborioso de la inmensa mayoría de los ciudadanos, que se las ingenian para sobrevivir a los problemas económicos, políticos y de violencia, y construyen un país que, aparte las lacras que he señalado, es grato y feliz.
FP: ¿Quiénes son sus héroes?
Escritores, como Gabo y Mutis; deportistas, como Lucho Herrera y el Tino Asprilla; artistas, como Shakira, Juanes y Carlos Vives; música popular, como el vallenato y la cumbia; figuras de la televisión, como las de las telenovelas; y referencias históricas cada vez más lejanas y abstractas, como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño.
FP: ¿Qué significa para usted la palabra “democracia”?
Libertad, tolerancia, solidaridad, transparencia, coparticipación...
FP: ¿Cómo cree que lo ve el resto del mundo?
Más bien con sospecha. ¿Cuántos García Márquez y Shakiras se necesitan para contrarrestar la mala imagen de un Pablo Escobar?
FP: ¿Cómo se lleva con los vecinos?
Mal, pero mejorando. Soy el único país aliado de Estados Unidos de manera descarada en Suramérica, el único que en un bloque de izquierdas ha mantenido un gobierno de derechas muy popular, y el único que padece una guerrilla dispuesta a crearle problemas más allá de la frontera. Esto me condujo a un error gravísimo, que fue bombardear un campamento de las FARC en Ecuador. Semejante acción unilateral me trajo la crítica generalizada de los gobiernos de la región y la ruptura con Ecuador y Venezuela. Las cosas han mejorado con Ecuador, pero no con Venezuela.
FP: ¿Qué opinión le merece Chávez?
Un tipo impredecible, populista, izquierdista elemental, dotado de instintos peligrosos y cuyas actuaciones hay que temer cuando las circunstancias le son adversas. Decía Jorge Eliécer Gaitán, un caudillo liberal asesinado en Bogotá en 1948, que “el pueblo es superior a sus dirigentes”. Venezuela lo demuestra de sobra. Aunque se considera a sí mismo el sucesor de Fidel Castro, ha hecho un terrible daño a los movimientos de izquierdas de los alrededores. El nuevo macartismo colombiano consiste en acusar a los partidos de izquierda democrática de simpatizar con Chávez.
FP: ¿Qué le parece cuando incluyen a Colombia como un populismo de derechas en América Latina, en el mismo saco que los populismos de izquierdas de Chávez, Morales o Correa?
La verdad es que hay demasiadas semejanzas como para desestimarlas como una coincidencia. Tanto Chávez, Morales y Correa como Uribe sufren la misma enfermedad: el caudillismo, un mal que ha conocido la historia de América Latina en una variedad de expresiones y que tiene, entre otros síntomas, la proclividad hacia el populismo y la corrupción política. Uribe sufre de la cepa derechista y los otros de la izquierdista. Son maneras distintas de estornudar. Pero la enfermedad se incuba de la misma forma. La reciente decisión de la Corte Constitucional, que rechazó el referéndum por el cual Uribe pretendía un tercer período presidencial consecutivo, pone fin a su largo mandato.
FP: ¿Cómo ve el futuro?
Le ruego que me formule la pregunta en el segundo semestre, cuando hayan pasado las elecciones. Por ahora no veo demasiadas razones para ser optimista, pero podría haber algunas nuevas que induzcan a un pesimismo mayor.
Daniel Samper
FP edición Española: ¿Cuáles son los temas que más le preocupan hoy?
Los que me preocupan hoy: las elecciones de corporaciones y presidenciales, que se celebrarán en el primer semestre del año. Aquellas, porque las listas de candidatos vuelven a mostrar la influencia de paramilitares y dineros oscuros; y las de presidente, porque hay muchas incógnitas después de los ocho años de Álvaro Uribe. Los que me preocupan siempre: la desigualdad social, la violencia, los desplazados del campo, la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, las que ahora llamamos con inofensiva pulcritud “bacrim”, palabra que pretende ocultar a tenebrosas bandas criminales.
FP: ¿No está harta de que todo el mundo le hable de violencia? ¿Cree que esa etapa ya ha pasado?
Desde que nací como república independiente, hace exactamente dos siglos, he vivido en medio de la violencia. A los pocos años del grito de independencia ya surgió la primera guerra, entre centralistas y federalistas. Y no hemos parado: luego fueron radicales contra godos, conservadores contra liberales, bandoleros contra autoridades, guerrilleros contra el Estado, narcotraficantes contra sociedad, paramilitares contra guerrilleros contra campesinos, hampones contra ciudadanía... El asunto no es que me hablen de la violencia, que es una grave enfermedad crónica de la que he sufrido siempre y que resulta imposible ocultar, sino que sólo me hablen de ella. ¿Nadie se ha puesto a pensar cómo hacen los colombianos para sobrevivir a todos estos problemas, aumentar su economía, divertirse y figurar en el cuadro de los pueblos más felices del mundo?
FP: ¿Y cómo lo hace?
Yo creo que una de las características de los colombianos es la de no resignarse, buscarse la vida incluso en las más adversas circunstancias y conservar el sentido del humor. Además, en nuestra cultura está fuertemente inscrita la alegría, con toda seguridad gracias a la bendición histórica de una importante inmigración africana. Por pobre y oprimido que esté, el colombiano siempre tiene un lugarcito para divertirse con los amigos, sacar a bailar a la vecina o improvisar un partidito de fútbol en la calle.
FP: ¿Cómo es su relación con Estados Unidos?
A diferencia de México, de España y de otros países, nunca he sido enemiga hormonal de Estados Unidos, y eso que padecí el atropello del presidente gringo Theodore Roosevelt, un matón que me amputó el istmo de Panamá en 1903. En este momento la situación es curiosa, porque fui muy cercana al presidente George W. Bush, e incluso me convertí en el único país suramericano que apoyó la guerra ilegal en Irak, pero, al tomar el poder los demócratas, tanta amistad se volvió sospechosa, y he tenido que dar nuevas pruebas de amor a Obama. Por ejemplo: permitir la presencia en territorio nacional de algo muy parecido a bases militares estadounidenses. Esta permisividad me ha traído graves enfrentamientos con mis vecinos. Pero ni aun así la Casa Blanca oye mis serenatas, y se niega a aprobar el Tratado de Libre Comercio que vengo mendigando desde hace años.
FP: ¿Qué opina de Europa?
Europa estaba muy lejos de mí, pero se ha acercado gracias a la presencia de unos 2,5 millones de inmigrantes del país que andan regados por esas frías latitudes. Sin embargo, los colombianos, como muchos otros, están regresando. La crisis económica empieza por echar a patadas a los débiles que ayudaron a construir una economía fuerte. Han descendido las remesas de los colombianos en el extranjero y, entre estos, están también los profesionales cualificados, esos que denominamos “cerebros fugados”.
FP: ¿Cuál es su relación con España?
Pocos países tan hispanófilos como yo. Con decirle que el himno de Manizales, una de mis principales ciudades, es un pasodoble... Pero puedo mostrar otras pruebas de cariño por España: cuido el castellano mucho más que los propios españoles; he sido cuna de famosos gramáticos y de uno de los más célebres toreros de la historia; el corazón de casi todos los poetas colombianos ha mirado hacia España; nunca olvidamos que Cervantes quiso venir a trabajar en Cartagena de Indias, y acogí con entusiasmo a muchos españoles que tuvieron que emigrar durante la Guerra Civil. Sin embargo...
FP: ¿Sin embargo, qué?
Sin embargo, hoy en día las autoridades españolas les piden a los colombianos una lista insultante de requisitos, papeles, avales, garantías y certificados sólo por ir unos pocos días a comer tortilla, beber vino a precio accesible, visitar Toledo y Sevilla y cantar por las noches en Las Cuevas de Luis Candelas, que es lo que hacen todos los turistas colombianos en España. Ocurre que, según dicen, hay cerca de medio millón de inmigrantes colombianos en ese país. No es difícil imaginar que en un número tan copioso de personas florece de todo: buenos y malos, bonitos y feos, trabajadores y vagos. Desgraciadamente, en la prensa sólo aparecen los delincuentes, que por lo general están relacionados con la droga y el sicariato. Por fortuna tenemos algunas figuras que nos revindican en España, como Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Shakira y César Rincón. Y, por supuesto, las telenovelas: gracias a Yo soy Betty la fea, Pedro el Escamoso y Café con aroma de mujer, muchos españoles me miran con simpatía y hasta me hablan en el lenguaje que atribuyen a los colombianos: “Chévere”, “qui’hubo”, “mamacita”...
FP: ¿Qué opina de su clase política?
Lamentable, como casi todas las clases políticas. Por supuesto que hay muchos políticos limpios y preparados, pero los dineros calientes del narcotráfico y las balas calientes de los paramilitares han hecho estragos, sobre todo en la política provincial. En estos momentos hay más de sesenta parlamentarios procesados por vínculos con grupos paramilitares que atemorizaban a sus rivales políticos o impedían votar a los opositores de sus candidatos. Por otra parte, la violencia insensata de la guerrilla ha ayudado a precipitar las amenazas y los crímenes contra los que piensan distinto. La primera reelección de Uribe, que no estaba contemplada en mi Constitución y obligó a cambiar las reglas de juego sobre la marcha, trajo como consecuencia un apogeo de la corrupción política, donde se cambiaban votos por puestos o favores. La segunda acaba de frustrarse por decisión de la Corte Constitucional.
FP: ¿Cuál es la herencia que deja Uribe?
En materia de seguridad fue muy positiva, sobre todo en un principio. Los lamentables acuerdos entre Andrés Pastrana y las FARC permitieron a este grupo guerrillero crecer de forma desmesurada y apoderarse de amplios territorios en el mapa. El candidato Uribe surgió de la nada en 2002 y, a fuerza de criticar a la guerrilla –que concita el odio general de los colombianos–, arrasó en las elecciones. Durante su largo gobierno se fortalecieron el Ejército y la policía, y el Estado volvió a ejercer el control militar de vastas zonas antes perdidas. Pero es imposible pensar en una paz basada en el exterminio de los rebeldes y, de hecho, es imposible el exterminio de los grupos violentos, como pretendía Uribe. De modo que las FARC han cumplido más de cincuenta años de existencia, y en los últimos tiempos los planes de seguridad de Uribe se torcieron hasta alcanzar el vicioso extremo denominado “falsos positivos”, por el cual algunos grupos militares fusilaron a un total de 1.800 ciudadanos inocentes, los vistieron de guerrilleros y reclamaron la hazaña como victorias en combate. Un horror.
FP: ¿Sigue siendo Colombia en su cotidianeidad el país del realismo mágico?
A veces no sólo mágico, sino milagroso. El mayor milagro colombiano es invisible, y consiste en el trabajo silencioso y laborioso de la inmensa mayoría de los ciudadanos, que se las ingenian para sobrevivir a los problemas económicos, políticos y de violencia, y construyen un país que, aparte las lacras que he señalado, es grato y feliz.
FP: ¿Quiénes son sus héroes?
Escritores, como Gabo y Mutis; deportistas, como Lucho Herrera y el Tino Asprilla; artistas, como Shakira, Juanes y Carlos Vives; música popular, como el vallenato y la cumbia; figuras de la televisión, como las de las telenovelas; y referencias históricas cada vez más lejanas y abstractas, como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño.
FP: ¿Qué significa para usted la palabra “democracia”?
Libertad, tolerancia, solidaridad, transparencia, coparticipación...
FP: ¿Cómo cree que lo ve el resto del mundo?
Más bien con sospecha. ¿Cuántos García Márquez y Shakiras se necesitan para contrarrestar la mala imagen de un Pablo Escobar?
FP: ¿Cómo se lleva con los vecinos?
Mal, pero mejorando. Soy el único país aliado de Estados Unidos de manera descarada en Suramérica, el único que en un bloque de izquierdas ha mantenido un gobierno de derechas muy popular, y el único que padece una guerrilla dispuesta a crearle problemas más allá de la frontera. Esto me condujo a un error gravísimo, que fue bombardear un campamento de las FARC en Ecuador. Semejante acción unilateral me trajo la crítica generalizada de los gobiernos de la región y la ruptura con Ecuador y Venezuela. Las cosas han mejorado con Ecuador, pero no con Venezuela.
FP: ¿Qué opinión le merece Chávez?
Un tipo impredecible, populista, izquierdista elemental, dotado de instintos peligrosos y cuyas actuaciones hay que temer cuando las circunstancias le son adversas. Decía Jorge Eliécer Gaitán, un caudillo liberal asesinado en Bogotá en 1948, que “el pueblo es superior a sus dirigentes”. Venezuela lo demuestra de sobra. Aunque se considera a sí mismo el sucesor de Fidel Castro, ha hecho un terrible daño a los movimientos de izquierdas de los alrededores. El nuevo macartismo colombiano consiste en acusar a los partidos de izquierda democrática de simpatizar con Chávez.
FP: ¿Qué le parece cuando incluyen a Colombia como un populismo de derechas en América Latina, en el mismo saco que los populismos de izquierdas de Chávez, Morales o Correa?
La verdad es que hay demasiadas semejanzas como para desestimarlas como una coincidencia. Tanto Chávez, Morales y Correa como Uribe sufren la misma enfermedad: el caudillismo, un mal que ha conocido la historia de América Latina en una variedad de expresiones y que tiene, entre otros síntomas, la proclividad hacia el populismo y la corrupción política. Uribe sufre de la cepa derechista y los otros de la izquierdista. Son maneras distintas de estornudar. Pero la enfermedad se incuba de la misma forma. La reciente decisión de la Corte Constitucional, que rechazó el referéndum por el cual Uribe pretendía un tercer período presidencial consecutivo, pone fin a su largo mandato.
FP: ¿Cómo ve el futuro?
Le ruego que me formule la pregunta en el segundo semestre, cuando hayan pasado las elecciones. Por ahora no veo demasiadas razones para ser optimista, pero podría haber algunas nuevas que induzcan a un pesimismo mayor.
martes, 23 de marzo de 2010
EUSKADI SIGLO XXI
A nuevos tiempos, nuevas soluciones
22.03.2010 (9:06 am)
José Luis Salgado, periodista
Es evidente que la sociedad vasca ha cambiado como de la noche al día desde aquellos oscuros años 70 del siglo pasado en los que se desarrolló ETA como un movimiento anticapitalista y de liberación nacional. En aquellos años, vivamos en un mundo bipolar y en las democracias occidentales se gestaron grupos que tomaron las armas contra el capitalismo, como los Baader-Meinhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia. Aquí en Euskadi, aún bajo el yugo franquista, este movimiento se definió más como independentista que como anticapitalista, más al estilo del IRA irlandés.
Ese mundo ya ha desaparecido, los equilibrios de poder en el planeta han cambiado radicalmente, la economía se ha globalizado, Internet hace que la información sea accesible e inmediata para una gran parte de la población mundial. Y la sociedad vasca no ha sido ajena a esos cambios de modelo y de pensamiento. Y en relación al fenómeno del terrorismo, se ha ido pasando de la aceptación de un primer momento, al desprecio e incluso, y lo que es más grave en mi opinión, a la más absoluta indiferencia.
Los repetidos fracasos de lograr una paz dialogada en Euskadi han dejado a ETA como un raro espécimen en el panorama político europeo. La indiferencia de la sociedad vasca han permitido al Estado implementar herramientas legales de carácter extraordinario para aislar aún más a los que continúan apostando por una vía que hace mucho tiempo que dejó de tener las más mínima posibilidad de cambiar las cosas. Si bien parece que en los últimos meses se están dando pasos para que la política sustituya a la armas definitivamente, el desenlace aún no está muy claro. Faltan actitudes claras y contundentes que rechacen una vía ya obsoleta y que lo único que puede aportar a nuestra sociedad es más muerte y más dolor, perpetuando el círculo vicioso del odio.
La sociedad vasca quiere la paz y parece que ya le es indiferente que el fin de ETA llegue por vías policiales y judiciales, en lugar de en una negociación para la cual ya queda muy poco margen. Si bien en los últimos comunicados de ETA se habla de superar el conflicto y de compromisos con la democracia, se sigue transmitiendo la imagen de una Euskalherria unidimensional e idealizada, donde solamente tienen cabida los principios por los que han luchado durante tantos años.
Mientras esa parte de la sociedad vasca que continua apoyando, o por lo menos justificando, a ETA no acepte que la realidad vasca es plural, que la mayoría de navarros y de los ciudadanos de Iparralde no quieren formar parte de esa Euskalherria mítica que defienden, la salida democrática al conflicto va a ser imposible.
Da la sensación que el abandono de las armas y la apuesta por vías políticas realistas es percibida por ETA como un fracaso después de tantas décadas de lucha. Pero debería ser el principio de una nueva vía, una oportunidad de oro para agrupar a todo el independentismo vasco para lograr avances con la fuerza de la razón y no de las armas. Esta apuesta por la democracia permitiría superar la vieja visión del conflicto limitado a un tira y afloja Madrid-Euskadi. El bacalao ahora se corta en Bruselas y, como no, en Washington, ámbitos a los que es imposible acudir con una pistola en el cinto. Aquí solo vale el respaldo de la ciudadanía en forma de votos.
En definitiva, los nuevos tiempos requieren nuevas soluciones, nuevas vías que superen los conflictos estancados que ya no pueden ir más allá de donde han llegado a día de hoy. Creo que es el momento crucial en que la que tiene que hablar es la sociedad. Ya basta de que todos hablen en su nombre, y mucho menos que maten en su nombre. Que de una vez se nos pregunte a los vascos que es lo que queremos, cual es el modelo que deseamos desarrollar y que se actúe en consecuencia. Nuestro futuro lo tenemos que definir como sociedad madura que somos. No queremos paternalismos ni tutelas. Queremos una sociedad democrática, una sociedad en la que nosotros seamos los que llevamos las riendas. Y, por encima de todo, queremos la PAZ.
22.03.2010 (9:06 am)
José Luis Salgado, periodista
Es evidente que la sociedad vasca ha cambiado como de la noche al día desde aquellos oscuros años 70 del siglo pasado en los que se desarrolló ETA como un movimiento anticapitalista y de liberación nacional. En aquellos años, vivamos en un mundo bipolar y en las democracias occidentales se gestaron grupos que tomaron las armas contra el capitalismo, como los Baader-Meinhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia. Aquí en Euskadi, aún bajo el yugo franquista, este movimiento se definió más como independentista que como anticapitalista, más al estilo del IRA irlandés.
Ese mundo ya ha desaparecido, los equilibrios de poder en el planeta han cambiado radicalmente, la economía se ha globalizado, Internet hace que la información sea accesible e inmediata para una gran parte de la población mundial. Y la sociedad vasca no ha sido ajena a esos cambios de modelo y de pensamiento. Y en relación al fenómeno del terrorismo, se ha ido pasando de la aceptación de un primer momento, al desprecio e incluso, y lo que es más grave en mi opinión, a la más absoluta indiferencia.
Los repetidos fracasos de lograr una paz dialogada en Euskadi han dejado a ETA como un raro espécimen en el panorama político europeo. La indiferencia de la sociedad vasca han permitido al Estado implementar herramientas legales de carácter extraordinario para aislar aún más a los que continúan apostando por una vía que hace mucho tiempo que dejó de tener las más mínima posibilidad de cambiar las cosas. Si bien parece que en los últimos meses se están dando pasos para que la política sustituya a la armas definitivamente, el desenlace aún no está muy claro. Faltan actitudes claras y contundentes que rechacen una vía ya obsoleta y que lo único que puede aportar a nuestra sociedad es más muerte y más dolor, perpetuando el círculo vicioso del odio.
La sociedad vasca quiere la paz y parece que ya le es indiferente que el fin de ETA llegue por vías policiales y judiciales, en lugar de en una negociación para la cual ya queda muy poco margen. Si bien en los últimos comunicados de ETA se habla de superar el conflicto y de compromisos con la democracia, se sigue transmitiendo la imagen de una Euskalherria unidimensional e idealizada, donde solamente tienen cabida los principios por los que han luchado durante tantos años.
Mientras esa parte de la sociedad vasca que continua apoyando, o por lo menos justificando, a ETA no acepte que la realidad vasca es plural, que la mayoría de navarros y de los ciudadanos de Iparralde no quieren formar parte de esa Euskalherria mítica que defienden, la salida democrática al conflicto va a ser imposible.
Da la sensación que el abandono de las armas y la apuesta por vías políticas realistas es percibida por ETA como un fracaso después de tantas décadas de lucha. Pero debería ser el principio de una nueva vía, una oportunidad de oro para agrupar a todo el independentismo vasco para lograr avances con la fuerza de la razón y no de las armas. Esta apuesta por la democracia permitiría superar la vieja visión del conflicto limitado a un tira y afloja Madrid-Euskadi. El bacalao ahora se corta en Bruselas y, como no, en Washington, ámbitos a los que es imposible acudir con una pistola en el cinto. Aquí solo vale el respaldo de la ciudadanía en forma de votos.
En definitiva, los nuevos tiempos requieren nuevas soluciones, nuevas vías que superen los conflictos estancados que ya no pueden ir más allá de donde han llegado a día de hoy. Creo que es el momento crucial en que la que tiene que hablar es la sociedad. Ya basta de que todos hablen en su nombre, y mucho menos que maten en su nombre. Que de una vez se nos pregunte a los vascos que es lo que queremos, cual es el modelo que deseamos desarrollar y que se actúe en consecuencia. Nuestro futuro lo tenemos que definir como sociedad madura que somos. No queremos paternalismos ni tutelas. Queremos una sociedad democrática, una sociedad en la que nosotros seamos los que llevamos las riendas. Y, por encima de todo, queremos la PAZ.
domingo, 21 de marzo de 2010
Entrevista Presidente Senado Chile
La Nación realizó esta entrevista al Presidente del Senado y en ella se refleja la linea de oposición de la Concertación (aque puede des-concertarse en los cuatro años de este gobierno)
-¿En qué términos se desarrolló la reunión que sostuvo con el Presidente Piñera el jueves en La Moneda?
-Fue una buena entrevista, muy franca, una conversación positiva. Junto con el senador Gómez planteamos lo que el Senado quiere hacer durante este tiempo, en el sentido de colaborar con todo lo que signifique la reconstrucción nacional tras el terremoto. Le manifestamos que había disponibilidad para transformar al Senado en una instancia de diálogo, de debate político y de búsqueda de acuerdos para la implementación de las políticas que permitan recuperar después de la tragedia no sólo lo material, sino que el alma espiritual de Chile.
-¿Y hablaron de la actitud que tendrá la Concertación como oposición?
-Con esa misma claridad también le planteamos que nosotros representamos una mayoría en el Senado que está en la oposición. Le señalamos que será una oposición democrática, constructiva, con capacidad de propuesta, y donde tengamos acuerdo, bienvenido sea, pero donde exista desacuerdo se van a manifestar las distintas posiciones y se votará según la postura que corresponda.
-¿Qué otro aspecto se abordó en torno a la emergencia y la reconstrucción?
-Junto con eso le planteamos que para nosotros era muy importante que se tomara en consideración la opinión de la comunidad, de la gente, de los gobiernos locales, de los gobiernos regionales, en las medidas que se implementen. Sobre todo en lo que tiene que ver con las prioridades en inversión, porque hay proyectos que para muchas regiones son emblemáticos y puede existir la tentación de recortar los presupuestos para esas iniciativas, postergarlas o lisa y llanamente no hacerlas. Y consideramos que decisiones como ésas hay que consultarlas y consensuarlas con la propia gente de las regiones involucradas.
Y lo otro que planteamos es que era importante mantener una conversación, un diálogo, antes de que se envíen los proyectos para ver hasta qué punto hay acuerdo, dónde están las discrepancias y tratar de superarlas. Eso es parte del debate parlamentario, pero también creemos que es positivo que los cuadros técnicos, tanto de la oposición como de gobierno, puedan evaluar antes las materias más delicadas.
-¿A qué temas delicados se refiere?
-Hay leyes que son muy sensibles, por ejemplo una ley de donaciones. A nosotros nos interesa saber qué es lo que se pretende priorizar, porque una empresa podrá donar, pero no puede determinar también adónde va esa donación. Eso lo tiene que determinar la sociedad en su conjunto de acuerdo a las prioridades y las urgencias en determinadas zonas. El otro día leí una información en que una fundación quería regalar dos colegios, pero ellos definían dónde y quién dirigía los colegios, a qué tipo de personas se les iba a donar y también el contenido que se le iba a dar. Eso a mí me parece que es muy altruista, pero no tiene que ver a lo mejor con lo que busca la sociedad en su conjunto.
-¿Pero hubo disposición del Presidente a conversar previamente con la oposición las medidas que se vayan a implementar?
-Así es. Él nos manifestó que espera que el gobierno llegue con una propuesta muy clara y concreta el próximo martes a la sesión especial que tendremos en el Senado y donde se tienen que analizar los mecanismos para financiar la reconstrucción, es decir las fuentes de financiamiento, además de la forma en que se va a implementar la reconstrucción en términos prácticos. Los desafíos son múltiples, porque hay que superar la emergencia primera, que es tratar de conseguir techo, aunque sea precario, para la gente que hoy día está a la intemperie, y también solucionar el problema de vivienda definitiva, con distintos niveles de apoyo que deberá entregar el Estado.
-Algunos en la derecha han dicho que la oposición está buscando obligar al gobierno incluirlos en la reconstrucción.
-Me parece bastante absurda una afirmación de ese tipo porque el tema de la reconstrucción es un tema país, no es patrimonio de quien esté en el gobierno o en la oposición. Si ése es el espíritu con que van a actuar, les va a ir bastante mal.
-¿Cómo ve lo que sucedió esta semana en la Cámara de Diputados?
-Mi opinión es muy negativa. El gobierno no puede pensar que va a hacer política constructiva sobre la base de la agresión o de pasar aplanadora cuando ni siquiera se tiene una mayoría clara. Creo que a lo único que lleva eso es a generar más división y polarización en el país y no creo que sea bueno para nadie.
-¿Podría extenderse este clima al Senado?
-Espero que no, pero hay bastante molestia entre nuestros colegas.
-¿Se habló de esto en la reunión con el Presidente Piñera?
-Nosotros, con el senador Gómez, en representación de las bancadas de la Concertación, le planteamos la preocupación por el estilo agresivo de la derecha en la Cámara, que puede generar una polarización que no es conveniente y que no es bueno que el gobierno la avale.
-¿Cómo enfrentará la presidencia del Senado esta coyuntura?
-Buscando que el Senado se transforme en un punto de encuentro de posiciones que pueden ser divergentes, pero que con respeto pueden buscar la definición de políticas que sean unitarias y que vayan en bien de todos los chilenos.
-¿Cómo ve el rol de la Concertación ahora que, después de 20 años, vuelve a ser oposición y en medio de una agenda marcada por los efectos de un terremoto?
-Nosotros tenemos una profunda convicción democrática. La gente nos colocó en el rol de opositores y lo vamos a hacer con respeto a las posturas del gobierno, con sentido constructivo y positivo, sobre la base de propuestas que permitan mejorar las políticas que pretenda implementar el gobierno. Al mismo tiempo, lo vamos a hacer con mucha claridad y transparencia en aquellas materias donde existan discrepancias porque tenemos una visión distinta de sociedad. Además, espero que desde la oposición eso lo hagamos con sentido unitario, porque también tenemos el desafío de ampliar nuestra representatividad para convertirnos en una nueva alternativa de gobierno en los próximos cuatro años.
-¿Y qué espera del cónclave convocado por los partidos concertacionistas para el 12 de abril?
-A mí me gustaría que pudiera desarrollarse un diálogo con altura de miras entre todas las fuerzas políticas de la Concertación, incluyendo a los actores sociales y ciudadanos representativos de lo que nosotros somos: una visión solidaria, humanista y democrática de la sociedad. Espero que de ahí salgan objetivos claros de cómo conducir la oposición en los próximos años y ojalá también se empiecen a proyectar algunos liderazgos que puedan encarnar ese mensaje.
-El ex senador socialista Carlos Ominami dijo en una entrevista que hay una Concertación “zigzagueante”, que está improvisando y señaló que lo del 12 de abril va a ser “el cónclave de la nostalgia”.
-Yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que Carlos ha perdido sensibilidad sobre lo que es la Concertación. //LND
-¿En qué términos se desarrolló la reunión que sostuvo con el Presidente Piñera el jueves en La Moneda?
-Fue una buena entrevista, muy franca, una conversación positiva. Junto con el senador Gómez planteamos lo que el Senado quiere hacer durante este tiempo, en el sentido de colaborar con todo lo que signifique la reconstrucción nacional tras el terremoto. Le manifestamos que había disponibilidad para transformar al Senado en una instancia de diálogo, de debate político y de búsqueda de acuerdos para la implementación de las políticas que permitan recuperar después de la tragedia no sólo lo material, sino que el alma espiritual de Chile.
-¿Y hablaron de la actitud que tendrá la Concertación como oposición?
-Con esa misma claridad también le planteamos que nosotros representamos una mayoría en el Senado que está en la oposición. Le señalamos que será una oposición democrática, constructiva, con capacidad de propuesta, y donde tengamos acuerdo, bienvenido sea, pero donde exista desacuerdo se van a manifestar las distintas posiciones y se votará según la postura que corresponda.
-¿Qué otro aspecto se abordó en torno a la emergencia y la reconstrucción?
-Junto con eso le planteamos que para nosotros era muy importante que se tomara en consideración la opinión de la comunidad, de la gente, de los gobiernos locales, de los gobiernos regionales, en las medidas que se implementen. Sobre todo en lo que tiene que ver con las prioridades en inversión, porque hay proyectos que para muchas regiones son emblemáticos y puede existir la tentación de recortar los presupuestos para esas iniciativas, postergarlas o lisa y llanamente no hacerlas. Y consideramos que decisiones como ésas hay que consultarlas y consensuarlas con la propia gente de las regiones involucradas.
Y lo otro que planteamos es que era importante mantener una conversación, un diálogo, antes de que se envíen los proyectos para ver hasta qué punto hay acuerdo, dónde están las discrepancias y tratar de superarlas. Eso es parte del debate parlamentario, pero también creemos que es positivo que los cuadros técnicos, tanto de la oposición como de gobierno, puedan evaluar antes las materias más delicadas.
-¿A qué temas delicados se refiere?
-Hay leyes que son muy sensibles, por ejemplo una ley de donaciones. A nosotros nos interesa saber qué es lo que se pretende priorizar, porque una empresa podrá donar, pero no puede determinar también adónde va esa donación. Eso lo tiene que determinar la sociedad en su conjunto de acuerdo a las prioridades y las urgencias en determinadas zonas. El otro día leí una información en que una fundación quería regalar dos colegios, pero ellos definían dónde y quién dirigía los colegios, a qué tipo de personas se les iba a donar y también el contenido que se le iba a dar. Eso a mí me parece que es muy altruista, pero no tiene que ver a lo mejor con lo que busca la sociedad en su conjunto.
-¿Pero hubo disposición del Presidente a conversar previamente con la oposición las medidas que se vayan a implementar?
-Así es. Él nos manifestó que espera que el gobierno llegue con una propuesta muy clara y concreta el próximo martes a la sesión especial que tendremos en el Senado y donde se tienen que analizar los mecanismos para financiar la reconstrucción, es decir las fuentes de financiamiento, además de la forma en que se va a implementar la reconstrucción en términos prácticos. Los desafíos son múltiples, porque hay que superar la emergencia primera, que es tratar de conseguir techo, aunque sea precario, para la gente que hoy día está a la intemperie, y también solucionar el problema de vivienda definitiva, con distintos niveles de apoyo que deberá entregar el Estado.
-Algunos en la derecha han dicho que la oposición está buscando obligar al gobierno incluirlos en la reconstrucción.
-Me parece bastante absurda una afirmación de ese tipo porque el tema de la reconstrucción es un tema país, no es patrimonio de quien esté en el gobierno o en la oposición. Si ése es el espíritu con que van a actuar, les va a ir bastante mal.
-¿Cómo ve lo que sucedió esta semana en la Cámara de Diputados?
-Mi opinión es muy negativa. El gobierno no puede pensar que va a hacer política constructiva sobre la base de la agresión o de pasar aplanadora cuando ni siquiera se tiene una mayoría clara. Creo que a lo único que lleva eso es a generar más división y polarización en el país y no creo que sea bueno para nadie.
-¿Podría extenderse este clima al Senado?
-Espero que no, pero hay bastante molestia entre nuestros colegas.
-¿Se habló de esto en la reunión con el Presidente Piñera?
-Nosotros, con el senador Gómez, en representación de las bancadas de la Concertación, le planteamos la preocupación por el estilo agresivo de la derecha en la Cámara, que puede generar una polarización que no es conveniente y que no es bueno que el gobierno la avale.
-¿Cómo enfrentará la presidencia del Senado esta coyuntura?
-Buscando que el Senado se transforme en un punto de encuentro de posiciones que pueden ser divergentes, pero que con respeto pueden buscar la definición de políticas que sean unitarias y que vayan en bien de todos los chilenos.
-¿Cómo ve el rol de la Concertación ahora que, después de 20 años, vuelve a ser oposición y en medio de una agenda marcada por los efectos de un terremoto?
-Nosotros tenemos una profunda convicción democrática. La gente nos colocó en el rol de opositores y lo vamos a hacer con respeto a las posturas del gobierno, con sentido constructivo y positivo, sobre la base de propuestas que permitan mejorar las políticas que pretenda implementar el gobierno. Al mismo tiempo, lo vamos a hacer con mucha claridad y transparencia en aquellas materias donde existan discrepancias porque tenemos una visión distinta de sociedad. Además, espero que desde la oposición eso lo hagamos con sentido unitario, porque también tenemos el desafío de ampliar nuestra representatividad para convertirnos en una nueva alternativa de gobierno en los próximos cuatro años.
-¿Y qué espera del cónclave convocado por los partidos concertacionistas para el 12 de abril?
-A mí me gustaría que pudiera desarrollarse un diálogo con altura de miras entre todas las fuerzas políticas de la Concertación, incluyendo a los actores sociales y ciudadanos representativos de lo que nosotros somos: una visión solidaria, humanista y democrática de la sociedad. Espero que de ahí salgan objetivos claros de cómo conducir la oposición en los próximos años y ojalá también se empiecen a proyectar algunos liderazgos que puedan encarnar ese mensaje.
-El ex senador socialista Carlos Ominami dijo en una entrevista que hay una Concertación “zigzagueante”, que está improvisando y señaló que lo del 12 de abril va a ser “el cónclave de la nostalgia”.
-Yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que Carlos ha perdido sensibilidad sobre lo que es la Concertación. //LND
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